Un relanzamiento

Las ceremonias religiosas de las iglesias católicas son las mismas desde hace años. El formato es el mismo a pesar de que el público no es el mismo ni las circunstancias son las mismas. De ahí que escuchar una misa en Santo Domingo, en Europa, en Estados Unidos, donde sea, oficiada por un cura o por un diácono, es lo mismo en cuanto a la forma. No hay diferencias. Los cánticos eucarísticos son los mismos, la manera de predicar es la misma, las alabanzas son las mismas, las decoraciones de los templos son las mismas, en fin, se trata de una ceremonia que desde hace años, muchos años, no cambia ni se actualiza en la forma.

Ante esta realidad y tomando en cuenta el hecho de que la iglesia católica no ha crecido en la misma proporción que lo han hecho las no católicas, no sería descabellado considerar la necesidad de un relanzamiento de la misma en cuanto a los aspectos cosméticos y protocolares de sus ceremonias y así llegar mejor al mercado de creyentes de hoy que es distinto y tiene códigos comunicacionales diferentes.

La liturgia o conjunto de prácticas que regulan las ceremonias en las iglesias no estén sintonizando con los públicos de hoy y es posible que ello obedezca, entre otros motivos, al hecho de que la forma no coincide con las preferencias de esta generación desde el punto de vista comunicacional.

A la iglesia católica hay que llevarle canciones que se adapten a los tiempos, cantantes y arreglos musicales que sintonicen con la feligresía de hoy, prédicas que sean más ágiles y aterrizadas a los dilemas existenciales de esta época, instrumentos y ritmos musicales que sean de la predilección de los creyentes de hoy, etc. Esta comunicación tiene que responder a los gustos del público de esta era para que compren su contenido. El mercado de la fe ha cambiado. Por tanto, es preciso que ella también cambie de fórmula para que sus mensajes lleguen más y mejor.

No estamos planteando un cambio en la interpretación de la palabra. Sugerimos un relanzamiento que revise y modifique la forma como la palabra está siendo servida.

La propaganda, es decir la forma de sembrar la ideología católica en la gente, debe apelar a los nuevos métodos de comunicación y a los nuevos gustos de la población.

Abogamos por un rebranding para la iglesia católica que incluya nuevas visiones, nuevas formas, nuevos estilos y todos los aspectos que haya que revisar en procura de un código más cercano a estos tiempos y a estos nuevos mercados de creyentes. Se impone un relanzamiento de esta antiquísima y valiosa marca llamada iglesia católica.

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