La ideología de la imagen
La política tiene muchas definiciones. Como este no es un esfuerzo académico, sino, más bien, un ensayo que pretende ser ideológico, definiremos la política como: el arte de lo posible para llevar ejecutorias de liderazgo que mejoren la convivencia entre los seres humanos. En ese mismo orden, una ideología es, según la Real Academia Española, el conjunto de ideas fundamentales que caracterizan el pensamiento de una persona, colectividad o época, de un movimiento cultural, religioso o político, es decir, una ideología es el conjunto de creencias o ideas que orientan el ejercicio de un poder.
Luego de las revoluciones, hijas del periodo histórico y filosófico que llamamos la ilustración, en esencial la inglesa, francesa y la norteamericana, ha sido muy usual dividir el espectro ideológico entre las derechas y las izquierdas. Las primeras, empezaron siendo monárquicas o partidarias del antiguo orden de gobierno y las segundas, eran más republicanas y revolucionarias. Con el tiempo, los espectros entre conservadores (derecha) y progresistas (izquierda) fue tomando otros matices.
La irrupción del marxismo, luego el leninismo y sus versiones posteriores maoístas con sus luchas de clases y su pseudo sustitución, hasta de las aspiraciones divinas de la humanidad, lograron que las izquierdas pasaran a ser abanderadas siempre del elevador económico y social de los más desposeídos. Las derechas con su altar en las teorías económicas liberales cumbres entre ellas: los postulados de Adam Smith y, posteriormente, otros autores que propugnaban por un mercado que permitiera una meritocracia para que cada quien pudiera acceder al límite de sus esfuerzos y sus talentos.
Así transcurrieron las luchas humanas entre los siglos 19 y 20, llegando el 21 con su irrupción de cambios tecnológicos más dramáticos que todo lo predecible, ha generado una sociedad de lo instantáneo, de lo inmediato, de las redes sociales que nos acercan, pero que nos alejan, pues lo vemos todo, pero quizás no lo vivimos. La gran cantidad de información a la que ahora todos podemos acceder, empuja muchas libertades y, al mismo tiempo, muchos resentimientos. Empuja la rapidez, la satisfacción de lo inmediato.
En medio de eso, la antipolítica de siempre: la misma de un Robespierre y su reino del terror, la misma de un hitlerismo y sus mil años de paz alemana, la misma de Mussolini y su nueva Roma, la misma de Chávez y su socialismo del siglo 21, la misma de Trump y la grandeza americana renovada, la misma de las dictaduras como las de Putin en Rusia. Todos esos esfuerzos de antipolíticos terminaron mal para sus sociedades. En los casos más benignos dividiendo sus sociedades de manera irreconciliable y en los peores, matando cruelmente millones de personas.
Esa antipolítica, hoy, tiene su peor expresión en las nuevas tecnologías, en las redes y es lo que yo llamo la ideología de la imagen. En esta, poco importa lo que cree un líder o lo que ha hecho. Lo que importa es cómo lo presenta, cómo dice y hace lo simpático. Es el populismo de siempre ahora montando en el caballo de tik tok, X, o de las otras redes; son las posibilidades de la inteligencia artificial para propagar esa lógica de lo instantáneo, ese populismo que desacredita el trabajo de años y el debate sesudo por la frase chic. Es el asesor de imagen por encima del profesor de economía o de derecho. Es lo que se oye y se ve bien sobre los expertos y científicos. Maldicen los partidos y terminan beneficiando emprendimientos mucho más dañinos. Maldicen la política pues la confunden con las mafias que andan alrededor del poder, de cualquier poder y que andarán de cerca siempre. En República Dominicana todavía no vivimos la dictadura de la imagen que ha hundido otras sociedades, en especial, otras latinoamericanas donde, ya sea un juez activista, un fiscal con ambiciones electorales o un presentador de tv con carisma, ponen patas arriba sus pueblos.
Decía Winston Churchill que: la democracia es el peor de todos los sistemas de gobierno exceptuando todos los demás conocidos. Es verdad. Por eso debemos cuidar nuestro poder de decisión y lograr que nuestra gente en vez de odiar la política, la abrace, la estudie y la entienda. Son las políticas públicas de un país que lo hacen vivible o no. Las herramientas como las encuestas, la propaganda y otros mecanismos de manipulación científica no nos abandonarán jamás. Es más, hasta necesarios son, para defendernos de los que usan esos métodos con fines puramente electoreros o comerciales. Sin embargo, jamás podemos abrazar la ideología de la imagen que no es más que el populismo disfrazado. Ojo con dejar entrar lo rápido para con toda rapidez perderlo todo. Seguimos.