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Proponen incluir enfoque del ritmo circadiano para prevenir y tratar el cáncer y su metástasis

  • A mis amigos y seres queridos que actualmente padecen cáncer.

Dicen los Institutos de Salud de los Estados Unidos que los ritmos circadianos son cambios físicos, mentales y conductuales que afectan a la mayoría de los seres vivos, cuyo ciclo es de 24 horas, vinculados, principalmente, al proceso luz/oscuridad. Afectan, pues, a las plantas, animales y microbios. La ciencia que los estudia es la cronobiología y el mejor ejemplo de sus efectos es que determinan los periodos de sueño y vigilia al condicionar de lo que se llama el reloj director, un grupo aproximado de 20 mil neuronas que, a su vez, conforman el denominado núcleo supraquiasmático O NSQ, ubicado en el hipotálamo y cuyo instrumento de recolección de información/luz son de los ojos: las células ganglionares de la retina, intrínsecamente fotosensibles a la luz azul y a la de niveles altos.

Ahora, un ensayo de acceso abierto publicado como reseña, trasanteayer 23 de noviembre del 2023, en la revista “Tendencias en Cáncer”, sugiere aprender de estos ritmos para transformar la prevención, el pronóstico del cáncer con el objetivo de orientar la atención médico al incremento de la supervivencia de quienes sufren ese padecimiento.

Los autores de esta opinión documentada, los doctores Xiaoyan Zhu y Geraldine Maier del Instituto Salk de Estudios Biológicos de La Jolla, California, Estados Unidos, afirman haber encontrado evidencias de que “La alteración del ritmo circadiano (CRC) aumenta el riesgo y la gravedad del cáncer” y, también, “el riesgo y la gravedad de las comorbilidades que interfieren con el tratamiento del cáncer”.

Lo anterior porque, dicen citando estudios realizados, “Los mecanismos de cronometraje circadiano y la regulación del ciclo celular comparten principios biológicos temáticos para responder a las señales, reparar el daño celular, coordinar el metabolismo y asignar recursos celulares para la función óptima”. Tales investigaciones mostraron “interacciones entre reguladores del ciclo celular y componentes del reloj circadiano” lo cual a su juicio ofrece “información sobre posibles enfoques de tratamiento del cáncer”. Entender, entonces, “el control circadiano del metabolismo informa el momento de las terapias para reducir los efectos adversos y mejorar la eficacia del tratamiento”, afirman.

Consideran, pues, que aprovechar esos mecanismos regulatorios circadianos para la prevención y atención de la enfermedad resulta vital ya que, según ellos, “la mayoría de los riesgos provienen de estilos de vida modificables”.

Para estos autores, los ritmos circadianos afectan también cada órgano y, en especial, los procesos biológicos.

Afirman que en los mamíferos el tiempo circadiano es autónomo de las células por la función reguladora (jerárquica) que, en el núcleo supraquiasmático del hipotálamo (reloj SNC) ejercen las células neuronales y no neuronales.

Ese reloj SNC sí coordina los relojes moleculares en otras regiones cerebrales y en los tejidos periféricos mediante sistemas neurodocrinos y autonómicos, regulando también los ritmos de la temperatura corporal, definiendo sueño, alimentación, ayuno, vigilia, definiendo así “bucles celulares entrelazados de retroalimentación”.

Los investigadores describen el proceso de estas interacciones que involucran los factores básicos de la transcripción heterodimérica de heliz-loop-helix, elementos de caja electrónica, inhibidores y criptocumosoma, en varios períodos.

También las expresiones directas de los receptores nucleares y represores transcripcionales, su competencia con los elementos de unión con receptores huérfanos relacionados con el ácido retino y los retinoicos que conducen a la “represión de la expresión” directa de la proteína de unión D-Box, los cuales, junto a otros procesos, terminan impulsando “la expresión rítmica de 24h de nuestros genes, llamados genes controlados por el reloj (CCG)”.

Los autores abordan la conexión entre los componentes del reloj y los reguladores del ciclo celular, los oncogenes y los supresores de tumores; la “disrupción del ritmo circadiano y el desarrollo del cáncer”, además de la “regulación circadiana en la metástasis” para terminar acogiendo los postulados que a favor de una “Medicina circadiana en el tratamiento del cáncer” arrojan los avances de la cronoterapia en la prevención del tratamiento del cáncer.

Anticipan, finalmente, que las ideas expuestas en su ensayo “ayudarán a identificar los procesos sospechosos regulados por el reloj circadiano durante el desarrollo del cáncer y puedan acercarnos un paso más al diseño de medicina circadiana personalizada”.

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