Argentina después de las elecciones del domingo
Si el candidato oficialista argentino, Sergio Massa, gana las elecciones del 19 de noviembre, debería entrar en el Libro Guinness de los Récords como el primer ministro de economía del mundo que gana una elección democrática a pesar de haber llevado a su país a una tasa de inflación del 140 por ciento y haber elevado la pobreza a más del 40 por ciento de la población.
Parece absurdo, pero puede pasar.
Massa, quien fue nombrado ministro de Economía del gobierno populista kirchnerista hace 16 meses y ha mantenido su puesto durante su campaña presidencial, está empatado en las encuestas con el excéntrico candidato de la oposición libertaria de derecha Javier Milei.
Hay varias razones principales por las que Massa podría ganar, a pesar de su desastroso desempeño como ministro de economía. Entre ellas están las siguientes:
En primer lugar, Massa ha invertido enormes recursos estatales en su campaña electoral.
Según el economista Claudio Zuchovicki, Massa gastó hasta 10 mil millones de dólares en su campaña, incluidos bonos en efectivo, aumentos de los subsidios sociales y gastos de propaganda.
En segundo lugar, Massa ha llevado a cabo una campaña de miedo muy efectiva, afirmando que Milei -un economista que quiere reducir el gigantesco gasto público argentino- recortaría los subsidios a los pobres y a los pensionados.
En las últimas semanas, la campaña de Massa cubrió Buenos Aires con carteles en las calles que decían que un gobierno de Milei subiría el costo de un billete de tren de 56 a 1.100 pesos. Milei lo ha negado.
En tercer lugar, Massa habla con calma y es un excelente actor, en marcado contraste con la personalidad estridente de Milei, que le ha valido el apodo de “el loco”.
En el debate presidencial del 12 de noviembre, Massa logró desviar la conversación de la economía y la corrupción masiva de su gobierno al historial de declaraciones controversiales de Milei.
Entre otras cosas, Milei ha criticado al Papa Francisco de Argentina, llamándolo “imbécil”, aunque recientemente ha dicho que invitaría al papa a la Argentina.
En las pocas ocasiones durante el debate en que Massa se vio obligado a hablar sobre el desastre económico argentino, prometió un futuro brillante. Parecía estar hablando el ministro de economía de Suiza.
Independientemente de quién gane, el futuro a corto plazo de Argentina es sombrío. El país ha vivido por encima de sus ingresos durante décadas.
Sólo tiene 6,2 millones de personas trabajando en el sector privado que pagan impuestos para subsidiar a unos 18,7 millones de personas que viven o reciben subsidios del estado. Eso es inviable en cualquier parte del mundo.
Si Massa gana, le deberá su victoria a la base kirchnerista, y es poco probable que pueda hacer los recortes en el gasto público sin los cuales Argentina no puede salir del pozo.
El gobierno se quedará sin efectivo después de las elecciones, entrará en una hiperinflación o en una hiperrecesión, y terminará haciendo lo que los kirchneristas hacen siempre: echarle la culpa al Fondo Monetario Internacional.
Si gana Milei, será un outsider con muy pocos aliados en el Congreso o en las gubernaturas provinciales. Si intenta implementar su plan de cerrar el Banco Central para detener la emisión de billetes y dolarizar la economía, los sindicatos peronistas pueden tomar la calle y paralizar el país.
Para complicar más las cosas, Milei -como me dijo en una entrevista - es un gran admirador de Donald Trump y de Jair Bolsonaro, y cree que podría gobernar como esos populistas de derecha.
El problema es que Milei no tiene un gran partido detrás de él, como el Partido Republicano de Trump, ni un fuerte apoyo de los militares, como lo tenía Bolsonaro.
Mientras que una victoria de Massa casi seguramente resultaría en que Argentina continuara en su camino descendente hacia un estado quebrado con cada vez más pobres, existe una remota posibilidad de que Milei podría controlar su narcisismo, llegar a un acuerdo con los partidos de centroderecha y de centro que ha insultado hasta ahora, y cambiar el rumbo del país.
Un Milei controlado sería la mejor opción, pero es una posibilidad muy lejana. Milei es un “one-man show”, un show unipersonal, que no se caracteriza por tender puentes con otros. A corto plazo, gane Massa o gane Milei, se vienen tiempos agitados para Argentina.