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enfoque: Cita literaria

La quema de libros: ¿un acto diabólico imperdonable?

La práctica de quemar libros tiene una historia tan antigua como la propia existencia de estos. La censura, el fanatismo, las guerras y la estupidez humana han dejado cicatrices en el mundo de la literatura y la cultura en general sin mostrar el menor atisbo de remordimiento.

Hemos sido testigos de capítulos sombríos donde catástrofes culturales han dejado huellas imborrables. La quema de libros se ha convertido en un símbolo de estos momentos oscuros, donde la sabiduría y la diversidad de ideas fueron sacrificadas en aras de la intolerancia.

Uno de los episodios más notorios sobre la incineración de documentos se remonta en el siglo III a.C., época en la que Qin Shi Huang, unificador y primer emperador de China, modificó y eliminó todo aquello que no seguía su pensamiento.

Según cita el portal de la “Revista Cultura Más”, dentro de las obsesiones y manías personales del estratega militar, estaba intentar borrar toda la historia de China anterior a él y reescribirla a su manera.

Al final de su mandato, emprendió una campaña sistemática para perseguir a los intelectuales y eliminar los libros que contenían el conocimiento acumulado de la antigua nación.

Su objetivo era erradicar el discurso intelectual con el fin de unificar las diversas corrientes de pensamiento y opiniones políticas, poniendo fin a los elogios excesivos y a las críticas difamatorias por parte de los intelectuales.

Estas motivaciones lo llevaron a prácticamente eliminar todo lo que se había escrito hasta ese momento, especialmente en los campos de la historia y la poesía.

Incendio de la biblioteca de Alejandría

Uno de los mayores desastres culturales de la humanidad ocurrió con la biblioteca de Alejandría, creada pocos años después de la fundación de la ciudad por Alejandro Magno en 331 a.C. Su finalidad era compilar todas las obras del ingenio humano, de todas las épocas y todos los países.

La mayor cantidad de archivos de esta biblioteca se perdería para siempre en el peor incendio que Egipto vio en la antigüedad. Las obras se desvanecieron entre llamas, cenizas e intereses políticos.

Saqueo de Bagdad

El primer incendio de una biblioteca que sucedió a principios del siglo XXI fue el de Bagdad. Durante la invasión de Irak por parte de las fuerzas estadounidenses y británicas, se quemaron alrededor de un millón de libros en la biblioteca nacional de este país.

Destrucción en Ucrania

Si analizamos la historia, cientos de bibliotecas han sido destruidas debido a la guerra e ignorancia del hombre. En la antigüedad, otras figuras fueron testigos de estos desastres culturales, y en la actualidad le corresponde a mi generación ver cómo los libros son el blanco de la guerra.

Las batallas de este siglo se desarrollan en múltiples frentes, tanto en el ámbito militar como en el cultural, y las bibliotecas se encuentran en la vanguardia de estos enfrentamientos.

En el 2022, como consecuencia del estallido militar entre Rusia y Ucrania, se reportaron alrededor de 300 bibliotecas que fueron destruidas o parcialmente afectadas.

El bibliocidio no es un asunto del pasado, sino una realidad que persiste en nuestras sociedades actuales. Quienes no los destruyen, los prohíben, lo que subraya la constante amenaza al acceso al conocimiento.

La cita del poeta alemán Heinrich Heine, “Donde se queman libros, se terminan quemando también a las personas,” resalta la estrecha relación entre destrucción de obras literarias y la represión de la libertad intelectual, lo que en última instancia afecta a las personas y sus derechos fundamentales.

Es innegable que el libro sigue siendo una herramienta esencial para la difusión de información y conocimiento. Su importancia en la vida humana contemporánea es incuestionable. Proteger la diversidad de ideas y la libertad de expresión es necesario para salvaguardar nuestra herencia cultural y promover el progreso y la comprensión en un mundo diverso.

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