Santo Domingo 23°C/26°C thunderstorm with rain

Suscribete

mirando por el retrovisor

El acompañamiento a los pacientes con cáncer

En una entrevista la semana pasada para Listín Diario, la psicóloga dominicana Carmen Bergés y el psiquiatra español Tirso Ventura expusieron sobre la importancia del acompañamiento psicológico a pacientes con diagnóstico de cáncer.

Ambos ofrecieron detalles de la Psicoterapia Centrada en el Sentido (PCS) -sobre la cual se ofrece capacitación a especialistas de la conducta humana en el país-, una técnica que ha aportado excelentes resultados en pacientes oncológicos.

Sin apelar al uso exclusivo de los psicofármacos tan prescritos al momento de tratar cualquier trastorno mental, por insignificante que sea, esta terapia usa como herramienta preguntas abiertas que ayudan a pacientes con diagnóstico de cáncer o que viven con esa condición, a drenar la ansiedad, la depresión, los miedos y el deseo de morir.

La mayoría de los pacientes con cáncer avanzado expresan sentimientos de desesperanza y deseo de adelantar la muerte, así como elevados niveles de ansiedad y depresión asociados a la pérdida del sentido de la vida.

Tomando esto como parámetro, el principal objetivo de la PCS, una creación del psiquiatra estadounidense William Breitbart, considerado una eminencia en el campo de la Psicooncología, es ayudar a los pacientes con cáncer a llevar una vida con sentido y a mejorar su condición psicoemocional, resquebrajada por la realidad tan adversa que enfrentan.

Ignoro que tan efectiva sea esta psicoterapia, pero sin dudas que en los pacientes con cáncer se aplica con más sentido el refrán de que “el corazón de la auyama solo lo conoce el cuchillo”.

Solo que en el caso de estos pacientes son la auyama y el cuchillo a la vez, porque ni siquiera personas de su círculo familiar más íntimo pueden aquilatar el dolor físico y emocional que enfrentan día tras día en su lucha por sobrevivir.

Poco valor tiene rasurarse la cabeza en un gesto de empatía con el enfermo de cáncer cuando pierde el pelo, si después parientes y allegados no dan un seguimiento estricto a su proceso, alimentando cada reto con palabras de aliento y estímulo.

La primera gran desgracia que enfrenta un paciente con diagnóstico de cáncer es perder su trabajo y, en consecuencia, la cobertura médica en el momento más apremiante de su vida.

Las empresas, con honrosas excepciones, evitan tener empleados diezmados que necesitan permisos frecuentes para acudir al médico y que incurrirán en inasistencias justificadas por su precaria condición, sin importarles cuanto rindieron en el pasado. Se trata de un empleado que jamás aportará igual y la decisión más adecuada es prescindir de sus servicios.

A las secuelas devastadoras del cáncer, pero también de la radio y quimioterapia, efectos secundarios de fármacos, estudios médicos invasivos y las “agresiones médicas” propias de los tratamientos, se suma la angustia de carecer de recursos para enfrentar la ciclópea tarea de no doblegarse y prolongar la vida.

Con unas prestaciones laborales que se agotan rápidamente por los costosos tratamientos y la insignificante pensión que la burocracia dilata, muchos pacientes con cáncer pierden la primera batalla mucho antes de comenzar la guerra contra un enemigo implacable.

La situación es mucho más dramática para quienes han recibido un diagnóstico inesperado en el umbral de la tercera edad, cuando pensaban que pasarían los últimos años de su vida en paz, compartiendo con sus hijos y nietos, disfrutando de un merecido retiro luego de brindar su valioso esfuerzo en la construcción de empresas y hogares saludables.

Algunos son incluso abandonados por sus parejas y familiares que los ven ahora como un pesado lastre, aumentando en ellos, además del deterioro físico, esa sensación de sentirse atrapados sin salida, lo que provoca pensamientos e ideas suicidas.

El psiquiatra Ventura advirtió en la entrevista citada al principio que se trata de una enfermedad que tambalea a las personas, y de ahí que resulte vital ese acompañamiento psicológico, así como involucrarlas en actividades que les den sentido a sus vidas y despierten su creatividad, como pintar, escribir, escuchar música, recordar momentos importantes, pasear y encuentros familiares.

Bergés sugirió que en el país se establezca la especialidad de Psicooncología, ya que sólo hay cinco médicos en esa área, todos formados en el exterior, en un momento que crece cada día más la necesidad de que pacientes con cáncer tengan ese acompañamiento especializado.

Como ya sabemos, existe un bajo presupuesto destinado al sector salud y, de esos recursos insuficientes, la salud mental recibe una insignificante asignación. Y sigue siendo la cenicienta del sector, pese a que gravita de manera preponderante en tantos aspectos de la vida cotidiana.

Un diagnóstico de cáncer y todo lo que implica enfrentar la enfermedad, acarrea sentimientos de amenaza, incertidumbre y desesperanza para los pacientes y sus familiares.

El país tiene una deuda acumulada con esos pacientes que merecen un acompañamiento psicológico eficaz y disfrutar de experiencias de vida plena, en medio de los sinsabores que les genera un proceso costoso, angustiante y por momentos desalentador.

Y sí, aunque el cuchillo atraviesa el corazón de la auyama para conocerlo, se puede llegar al del paciente con cáncer con manifestaciones diarias de empatía y sembrando en él o ella esa resiliencia que les impulse a llevar una vida con sentido.

Un acompañamiento que aligere esa pesada y tortuosa carga.

Tags relacionados