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Frutas feas: La belleza ignorada en la lucha contra el cambio climático y la malnutrición

El desperdicio de alimentos es un problema que tiene un triple impacto: social, económico y medio ambiental. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), aproximadamente un tercio de todos los alimentos producidos en el mundo para consumo humano se pierden o desperdician, un 14% durante la cosecha o postcosecha y 17% en la cadena de distribución y en el consumo.

En América Latina y el Caribe, las estadísticas son igualmente preocupantes. El 12% de alimentos son desechados anualmente, lo que subraya la magnitud de este reto. Este escenario no solo pone en relieve la urgencia de implementar estrategias eficaces de gestión y consumo responsable de alimentos, sino también la necesidad de transformar un sistema agroalimentario ineficiente.

En República Dominicana, donde la gastronomía y la agricultura constituyen pilares fundamentales de identidad y desarrollo, el desperdicio de alimentos no puede seguir siendo ignorado.

Uno de los aspectos más desafiantes de este fenómeno es el rechazo sistemático de las llamadas “frutas feas” — esos productos agrícolas que, a pesar de ser saludables y nutritivos, son descartados por no cumplir con estándares estéticos, parámetros comerciales y de los consumidores. En los campos dominicanos, frutas y vegetales que no se consideran atractivos para el mercado (como si se tratara de un concurso de belleza), frecuentemente se convierten en pérdidas, o son descartados o desperdiciados en los supermercados.

Esta discriminación hacia las frutas de apariencia imperfecta no sólo representa una falta de aprecio por la diversidad natural de nuestros alimentos, sino que también subraya una desconexión entre los consumidores y los procesos de producción alimentaria, y una acción desalentadora para cualquier agricultor que ha invertido tiempo, recursos y esperanzas en sus cultivos. No podemos olvidar que, para producir, también son necesarios los recursos naturales, el agua y el suelo, cada vez más escasos y costosos. Actualmente, a nivel global se desperdicia el 6% del total del agua extraída.

Por lo tanto, el desperdicio alimentario es responsable por la pérdida de recursos vitales y contribuye significativamente con un 10% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero. En un país donde la seguridad alimentaria aún es una preocupación, este excedente alimentario podría ser canalizado para aliviar la situación de miles de dominicanos que viven en condiciones de vulnerabilidad y que padecen de hambre o mala alimentación. En sentido, el Banco de Alimentos de RD cumple una importante labor, solo en el 2022 ha rescatado y redistribuido más de dos millones de libras de alimentos.

En los campos dominicanos, frutas y vegetales que no se consideran atractivos para el mercado (como si se tratara de un concurso de belleza), frecuentemente se convierten en pérdidas, o son descartados o desperdiciados en los supermercados.

En los campos dominicanos, frutas y vegetales que no se consideran atractivos para el mercado (como si se tratara de un concurso de belleza), frecuentemente se convierten en pérdidas, o son descartados o desperdiciados en los supermercados.ARCHIVO/LD

¿Cómo podemos, entonces, abordar esta problemática? La solución puede tener varias aristas: educación al consumidor y a lo largo de la cadena de abastecimiento y venta; incentivos tributarios para la donación de alimentos, uso de tecnologías para procesamiento y agro industrialización, una venta de estos productos a menor costo, y una campaña nacional que promueva el valor nutricional de las frutas y vegetales, más allá de su apariencia.

Repensar lo que consideramos una fruta “válida” para el consumo, no es solo un acto de conciencia ambiental, sino también un reconocimiento y compromiso con el fortalecimiento de la agricultura de este país. Es hora de que la República Dominicana lidere este cambio de paradigma, donde cada fruta y hortaliza, sin importar su forma, tenga un lugar en la mesa de todas las familias dominicanas.

La FAO presentó este tema durante un reciente evento de ECORED, donde se enfatizó el papel vital del sector privado en el avance hacia el desarrollo sostenible de la República Dominicana. ¡Felicitaciones a este sector!

El autor es representante de la FAO en República Dominicana

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