La Constitución y el Tribunal Constitucional

Se cumple un aniversario más del aquel acto formal de proclamación de la primera constitución dominicana el 6 de noviembre de 1844 en San Cristóbal, influenciada por la Constitución haitiana de 1843 de la que copió 100 de 210 artículos, de la de Filadelfia y en particular, de la Constitución de Cádiz de 1812.

La mayoría de los historiadores recoge que, entre proclama de nuevas cartas políticas y modificaciones, se cuentan unas 39 y, aunque este es casi un record, en la mayoría de los casos se ha tratado de modificaciones puntuales o de cartas sustantivas de muy escasa duración. Se suelen citar, como avanzadas, las constituciones de Moca y la de Juan Bosch, ambas de poca vida.

En realidad la carta política de más larga duración, a cuyo amparo se construyeron el país y la democracia actual, ha sido la de 1966 de Joaquín Balaguer, cuya vigencia se mantuvo 44 años con una sola modificación importante, la de 1994 con la inclusión del Consejo Nacional de la Magistratura (CNM) y la consecuente independencia del Poder Judicial. Ella, en una etapa prodemocrática, contenía todos los principios de una República Liberal, que hoy detalla y desarrolla la nueva que rige un Estado social y democrático de derecho.

El gobernante reformista ha sido el único que en un periodo tan largo de 36 años hasta su muerte, teniendo casi siempre mayoría congresual, nunca intento modificarla, aunque, como recojo en mi libro, La Justicia dominicana (2003) ésta solo se citaba en los decretos, ni siquiera los jueces la incluían en sus sentencias.

La Constitución de 2010, que ya tiene 14 años, por su parte es la primera en cuya discusión participa a lo largo de dos años, todo el país y, ha sido considerada por expertos de todo el mundo como una norma moderna cuyo texto garantiza los derechos de los ciudadanos y, el control, por parte de estos, del Estado y su quehacer diario, algo totalmente nuevo como fue nuevo el hecho de que el presidente Leonel Fernández no aprovechara la coyuntura para legislar en su favor, en tema como la reelección.

Si bien este acuerdo político votado por todos los partidos, en que se creó el Tribunal Constitucional trajo al país al siglo XXI, haciendo que los ciudadanos de a pie, incluso sin estudios, hablaran de la Constitución como de la cartilla de la Iglesia, de los derechos y obligaciones contenidos en ella, la decisión política cumbre del entonces mandatario, con amplia mayoría en el Consejo Nacional de la Magistratura fue, designar -en un país sin constitucionalistas-, al Tribunal Constitucional, institución céntrica de la nueva Carta Política.

Entre los aspirantes de entonces había jueces, académicos y abogados con más de 12 años de ejercicio -del PLD, del PRD y sin filiación partidaria-, en realidad ninguno era constitucionalista, aunque algunos daban clases de Derecho Constitucional, una materia opaca de la que habían hablado algunos juristas –Amiama, Troncoso, Jorge Blanco etc.- como algo etéreo y lejano.

En un gesto que le eleva en la historia, Leonel Fernández entonces, con todo el poder, en el clímax de su liderazgo, escogió a un perredeista, a un adversario, para presidir la nueva institución, Milton Ray Guevara y, hoy, cuando su gestión que termina en diciembre es evaluada, es obvio que acertó, independiente de yerros propios de crear de la nada una institución como esa que hoy es centro de la sociedad.

Este aniversario de la Constitución la única sombra de la justicia constitucional, en un país en donde las generaciones previas se formaron más para el derecho civil y penal es, el desacato: el Gobierno continúa desacatando cientos de sentencias según denuncia el Presidente del Tribunal Constitucional.

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