Actuar sin pensar en los demás

La responsabilidad individual es un pilar fundamental en la construcción y el mantenimiento de una sociedad funcional y armónica. Actuar de manera imprudente sin medir las consecuencias de nuestros actos puede tener un impacto negativo significativo en nosotros mismos y en quienes nos rodean.

Un ejemplo de lo que es actuar sin pensar en las secuelas fue lo ocurrido en la Zona Colonial el pasado 28 de octubre, donde miles de personas, con el afán de celebrar Halloween, se reunieron en el parque Juan Pablo Duarte y convirtieron ese espacio en un caos total.

Los comunitarios aseguraron que esa noche fue una pesadilla y que no pudieron dormir, debido al ruido y todo el desastre que estaban haciendo en las calles. Sin embargo, no termina ahí, ya que al día siguiente se despertaron con una sorpresa aún más desagradable: basura, mal olor y hasta algunos de sus vehículos con daños, ya que diversos individuos los usaron como “tarimas”, lo que se pudo comprobar a través de videos subidos en las redes sociales.

Con relación a eso, nace una gran interrogante: ¿Qué tantas cosas es capaz de hacer el ser humano en la búsqueda de su propio disfrute?

En ese tipo de casos lo peor de todo es que, luego de que baja la marea y salen a relucir todos los problemas ocasionados, nadie se hace responsable y los mismos afectados son los que tienen que cargar con el peso de las acciones de unos cuantos irresponsables.

Es importante que esos actos de vandalismo no queden impunes, ya que, con el alcance que ha tenido el caso en la sociedad dominicana, se convertirán en un ejemplo, ya sea a seguir o todo lo contrario, para otros jóvenes. Y mucho más considerando que no es la primera vez que ocurre.

De manera general, es fundamental que tomemos conciencia de las consecuencias de nuestros actos. Cada elección que hacemos, por más grande o pequeña que sea, puede repercutir en el prójimo. La clave puede ser resumida en una simple frase: “No hagas a los demás, lo que no quieres que te hagan a ti”.