Editorial
Hay que acabar con esas pandillas
La escuela pública dominicana está atravesando por una etapa crucial, calada por el deterioro del ambiente para el aprendizaje.
A las súper conocidas carencias de un personal docente capaz de impartir conocimientos y estimular una actitud crítica en los alumnos, se les agregan los pésimos resultados en las pruebas nacionales y extranjeras.
Como si esas falencias fueran poca cosa, ahora resurgen con una actitud abiertamente desafiante de la autoridad, las pandillas en los centros de enseñanza.
Lo que hemos visto desde el viernes pasado llena de pavor a padres y a los estudiantes que van a los planteles a aprender, pero se encuentran con macheteros que convierten el entorno escolar en una zona de agresión y peligro.
Estas acciones antisociales tienen que terminar de inmediato en los liceos de la capital porque quienes van a los planteles a pelear no pueden imponer el terror a la mayoría de los alumnos que no está en eso.
Constituye una tragedia que los dominicanos que pagamos impuestos, de los que más de 275,000 millones de pesos están asignados al Ministerio de Educación este año, tengamos que ver resultados tan decepcionantes y episodios tan graves.
Es una vergüenza que con un presupuesto tan significativo, en el nivel primario tengamos que ver a niños sentados en latas y blocks, con el cuello erguido durante horas, para recibir docencia en planteles sin terminar.
Todo eso está ocurriendo cuando el país y el mundo avanzan vertiginosamente hacia una educación utilizando Inteligencia Artificial, módulos electrónicos en los procesos y dispositivos digitales.
¡Caramba! La escuela necesita recuperar su esplendor, su sacerdocio, su desempeño entusiasta, su sentido de ágora, para que las presentes y futuras generaciones encuentren espacio en un mundo que será para personas bien formadas.