enfoque

La eutanasia: Suicidio disfrazado, a propósito de Carlos Alberto Montaner

La muerte de Carlos Alberto Montaner me impactó de manera impresionante por encontrarme entre las miles de personas que con frecuencia esperaba sus escritos o sus atinadas participaciones en CNN en Español o El Zol de la Mañana, estación radial que emite desde Santo Domingo, capital de la República Dominicana.

No siempre estuve de acuerdo con sus ideas y planteamientos, pero me inclinaba ante su inteligencia, elegancia, coherencia y brillantez de exposición que buscaban resaltar la firmeza de sus creencias.

El 14 de mayo de este año, el Listín Diario publicaba lo que sería el último artículo de opinión, en vida, de Montaner y estas fueron las razones que el mismo explicó: “He cumplido 80 años. Padezco Parálisis Supranuclear Progresiva. El nombre lo dice todo.

Es una enfermedad rara del cerebro. Me la diagnosticaron en el hospital “Gregorio Marañón” — uno de los mejores de España— tras una resonancia magnética.

Tres personas por cada 100,000 la padecen. No es contagiosa, ni heredada. No hay cura para ella. Es de la familia del “parkinsonismo”, pero sin temblores. Se caracteriza por impedirme conversar bien y leer, más allá de los titulares (Linda, mi mujer, y nuestra hija, Gina, me leen los diarios)”.

A pesar de esta dramática revelación y con la frialdad y madurez de la exposición que hacía, no pude vislumbrar en ninguna de sus partes la dolorosa y extrema decisión del suicidio que al parecer ya rondaba las profundidades de su alma en la cual ocultaba una tribulación no confesada.

La eutanasia es un tema en discusión universal todavía y no se proyecta el momento en que la mayoría de los países la puedan aceptar sin mayores cuestionamientos. La oposición más férrea está en los textos y tradiciones religiosas.

Es tanto así que la oposición a la eutanasia unifica a los cristianos, sin importar que sean católicos, evangélicos o protestantes, como prefieren algunos llamar a los cristianos fuera del áurea Vaticana.

Antes de continuar es importante resaltar su etimología. La palabra eutanasia, en griego, proviene de los vocablos “eu” que indica bueno, y de “thanatos” que se refiere a la muerte. Entonces el significado en sí es “buena muerte”.

Ocurre que para el cristianismo y otras religiones no existen ni buenas ni malas muertes, sino simplemente muerte, y esta solo puede ser decidida por la voluntad divina. Por eso para ellos la eutanasia ha sido siempre y lo será un “crimen contra la vida humana” y un “acto intrínsecamente maligno en toda situación y circunstancia”. El Vaticano dice que los que aprueban leyes a su favor y del suicidio asistido son “cómplices de un pecado grave que otros ejecutarán”. 22 sept 2020

En América Latina solo Colombia ha legalizado la eutanasia. Fue despenalizada en 1997, y más reciente la resolución 971 emitida por el Ministerio de Salud y Protección Social, estableció que la solicitud de muerte asistida debe ser voluntaria, informada, inequívoca y persistente; el paciente debe tener una enfermedad incurable avanzada, terminal, o en agonía, padecer un sufrimiento por ella y estar en condiciones de realizar la solicitud de forma directa, es decir, debe tener intactas sus condiciones mentales.

En Australia esta práctica solo es legal en el estado de Victorio; y en Estados Unidos de América solo se permite en California, Colorado, Hawái, Maine, Nueva Jersey, Oregón, Vermont, Washington y el Distrito de Columbia. En el liberalísimo estado de Nueva York, donde la libertad llega a libertinaje, aún no está permitido.

También está aprobada pero con condiciones, bajo la denominación de suicidio asistido, eutanasia activa o pasiva, en países como Suiza, Italia, Alemania, Reino Unido, Francia, entre otros.

En el año 2014 Bélgica, se convirtió en la segunda nación en autorizar este proceso en menores de 18 años que tengan una enfermedad terminal.

En Canadá, la eutanasia recibe el nombre de “asistencia médica para morir”, y se legalizó.

En Canadá, la eutanasia recibe el nombre de “asistencia médica para morir”, y se legalizó.ARCHIVO/LD

En Canadá, la eutanasia recibe el nombre de “asistencia médica para morir”, y se legalizó, junto al suicidio asistido, en junio de 2016. Aquí también se insiste en distinguir la eutanasia del suicidio.

En ese país, si se trata de “suicidio asistido”, la persona que desea morir es la que hace el proceso al ingerir un fármaco letal, con los riesgos que eso pueda conllevar.

En España, la eutanasia es legal y se reconoce como un derecho de los enfermos que se encuentran en estado terminal.

En el caso de Países Bajos, fue el primero en donde fue aprobada, en 2002, luego de diferentes decisiones judiciales.

Precisamente España fue el país que escogió Carlos Alberto Montaner, un cubano que combatió sin tregua a la revolución de Fidel Castro, para culminar su vida de manera abrupta y voluntaria mediante un suicidio disfrazado. Aún no salgo del impacto y asombro que me causó tan desafortunada decisión, y más viniendo de una persona que como él defendió con fiereza y firmeza sus ideas y convicciones y que al final de la jornada decidiera entregarse fácilmente y no hacer el menor esfuerzo a favor de su vida. Es un caso digno de estudios.

En esta publicación se evidencia que no estoy de acuerdo con la eutanasia, la considero un suicidio disfrazado, pero reconozco que es una decisión de valentía extrema y coraje mayor, la cual hay que respetar, y como lo expresara el mismo Montaner en su último artículo publicado en vida en Listín Diario, cada quien hace en la vida lo que puede.

Tags relacionados