SIN PAÑOS TIBIOS

Sin principios no hay finales

Apócrifa o no, la cita de Groucho es digna de él: “Estos son mis principios, y si no les gustan, tengo otros”. Y viene al caso porque no deja de maravillar el pendular de la historia, o de cómo los extremos se alejan, y luego uno se impone sobre otro hasta que alcanza su punto de equilibrio y cruza el umbral de inflexión para, —irremisiblemente— desandar lo andado y dar paso al otro extremo y sus discursos; entonces el ciclo se repite, y así, de tanto en tanto, vamos progresando.

A pesar de toda la incertidumbre y desazón que hoy nos rodea, la humanidad avanza a pasos agigantados. Tengo fe en ella no por lo que veo o siento, sino porque intuitivamente vislumbro la mecánica pendular que nos hace caminar hacia adelante, de tal suerte que, sin importar qué tanto retrocedamos, a largo plazo avanzamos.

Así, pasamos del siglo de las ideologías al de la banalidad extrema ¡en apenas tres décadas! Cuando se lee sobre una civilización (Egipto, China, Roma, da igual) se pasan por encima los años como si no pesaran nada, sin embargo, en retrospectiva, cuando dentro de unos siglos lean sobre nuestro tiempo, lo verán como otra página del libro de la historia escrita por unos pretenciosos que se creyeron ser los últimos hombres...

Regístrate Gratis

Por favor, regístrate ahora para seguir leyendo

¿Ya estás registrado? Inicia sesión aquí