editorial
Un país con una sola voz
Las relaciones de Haití y la República Dominicana han entrado en una fase de colisión que, cada día, arrojan sombras sobre el futuro de su coexistencia pacífica.
Desde hace dos años, desacuerdos y fricciones diplomáticas se han hecho más patentes y frecuentes, aventando un clima de desconfianza y de lesiones mutuas.
Al Haití quedar sumergido en una especie de reumatismo histórico, con un Estado desarticulado por la crisis institucional y una sociedad adolorida por la violencia, la inseguridad, la hambruna y la insalubridad, sus relaciones con República Dominicana caminan sobre una cuerda floja.
De hecho, nuestro país ha proclamado a todos los vientos que esta crisis de Haití reúne todos los ingredientes de serio riesgo para la soberanía y la seguridad nacional.
Y eso es lo que explica la vehemente y sistemática campaña que ha desplegado el país en foros y organismos internacionales para que una fuerza multinacional armada intervenga en Haití y trate de extirpar sus cánceres.
Los peligros de esa crisis son tan ostensibles que obligaron al gobierno dominicano a disponer un cierre unilateral de la frontera, militarizarla al máximo, imponer restricciones de visados, incrementar la persecución y repatriación de haitianos ilegales y prohibir, de tanto en tanto, exportaciones de productos agrícolas y manufacturados y los transportes por aire, mar y tierra.
Vislumbrando la posibilidad de choques más profundos que podrían conducir, incluso, a una ruptura formal de las relaciones bilaterales, el gobierno del presidente Abinader convocó a los sectores representativos a un “Pacto de Nación”.
Ese pacto pretende ser la voz del país unificada en una política consensuada de cara a los retos y peligros que entraña la vecindad y la coexistencia con un país agonizante.
Así como las fuerzas representativas de Israel han enterrado las hachas de sus diferencias para formar un gobierno de unidad que haga frente al desafío crucial de la guerra, igual ejemplo debemos dar los dominicanos en esta hora frente a Haití.
El “Pacto de Nación”, listo ya para su firma, constituye el pilar de lo que ahora debe ser nuestra consigna nacional: “Un país con una sola voz”.