ideando

Obscenidades

Celebramos el éxito que alcanzan muchos jóvenes que tienen una facilidad grandiosa para conectar con grandes públicos a través de algunas plataformas digitales.

Celebramos que mediante estos espacios muchos jóvenes encuentren el camino para ascender socialmente y ser reconocidos.

Aplaudimos todos sus logros de popularidad y de crecimiento económico.

Lo que no aplaudimos son las formas que emplean para hacerlo.

No son válidas, ni para ellos ni para nadie, las obscenidades que difunden, las vulgaridades que adornan su contenido ni la procacidad de su lenguaje. Estos son recursos objetables e inválidos que degradan a los que lo emplean y a los que lo reciben. Nadie tiene licencia para difundir groserías y malas palabras en un medio expuesto a grandes públicos que muchas veces se asombran de tanta bajeza.

En una época de tantas confusiones y tantas dificultades, donde lo malo es validado como bueno, y todo es relativo, esos no son los valores que necesita promover esta sociedad. Debemos componerla, no descomponerla más. Todos tenemos que poner una cuota a favor del crecimiento moral y educativo de nuestra sociedad. Y esto no excluye a esos jóvenes que tantos seguidores poseen y que se han convertido en modelos y ejemplos de muchos, pero que sin darse cuenta construyen una imagen que afecta su reputación como persona y desorientan.

Sustentar fama en base a obscenidades no es saludable para nadie. Todavía se puede enderezar el camino. Paremos esta orgía de impudor.