SIN PAÑOS TIBIOS

Israel bajo fuego

Así como en toda guerra la primera víctima es la verdad, en esta guerra entre Israel y Hamás, las poblaciones de civiles palestinos y judíos serán quienes más sufrirán.

Sería simplista tratar de desentrañar la naturaleza de un conflicto que lleva décadas, enmarcado en un sustrato de siglos, así que a los hechos del sábado pasado me remito, porque, si bien es cierto que la política de colonización del Estado de Israel constituye una provocación permanente en ausencia de un acuerdo de paz definitivo, ¿acaso los radicales palestinos desean tal cosa?

Desde el día de su nacimiento Israel ha tenido que luchar contra todos sus vecinos, que se negaron a reconocer su más elemental derecho a la existencia, y varias han sido las guerras libradas por su pueblo contra países que tenían como meta la destrucción de su Estado. En el contexto de la Guerra Fría, las posiciones se radicalizaron y en el tablero de Oriente Medio se dirimió otra de las partidas de aquel Gran Juego. Para complicar, el triunfo de la Revolución Iraní proveyó recursos, entrenamientos y motivos a grupos armados que apostaron a la desestabilización, la destrucción del Líbano, las intifadas, y a un sangriento etcétera.

Hoy día Israel es un oasis de progreso y desarrollo en la región, pero también de libertades y derechos; un país que ha apostado a la democracia, pero, ¿sus adversarios podrían decir lo mismo?, o más bien, ¿les interesaría decir lo mismo?

Con un acuerdo de paz con Arabia Saudí en ciernes, ¿quienes apuestan a la guerra y destrucción del Estado hebreo podían permitir que se pusiese otro mosaico en el camino que conduce hacia la paz? Porque, así como los miles de cohetes y el movimiento de tropas constituyeron una sorpresa para el gobierno israelí y una vergüenza para sus servicios de inteligencia, así una mano invisible apoyó logística y financieramente ese despliegue.

El brutal ataque de Hamás contra territorio hebreo nos recuerda quiénes quieren la paz y quiénes buscan la guerra. La imagen de la joven Shani Louk, tirada en la cama de una camioneta con las piernas quebradas, más que trofeo de guerra, evidencia el nulo respeto por la vida y la dignidad humana de quienes hoy atacan a Israel, pero también su concepción sobre los derechos de la mujeres…

En el relato dominante en Occidente que ha impuesto el buenismo, la corrección política y las izquierdas que no asumen la derrota de la Guerra Fría, Israel siempre será el victimario y las imágenes que veremos en los medios en los próximos días será la de civiles palestinos que serán bajas colaterales, si, pero después de haber sido escudos humanos.

En esta tormenta de fuego y odio que se viene encima, nadie saldrá ganando, pero que algo quede claro: al igual que el pueblo palestino, Israel tiene derecho a existir.

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