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Pseudolibertad y la felicidad

La palabra “pseudo” significa falso. En esta ocasión no incluiremos la definición de libertad -como sería lo lógico y esperable para tener una idea clara del concepto pseudolibertad- debido a que prácticamente todas las conocidas caen en la categoría de etéreas.

Lo que si haremos será afirmar, como dijo Jesucristo: "Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres". (San Juan 8:32). Porque lo cierto es que el conocimiento de la verdad es lo que nos hace verdaderamente libres.

Sin embargo, tenemos que admitir que tampoco es fácil tener conocimiento de la verdad. Por ejemplo, Pilato y Jesucristo tuvieron el siguiente diálogo: “Le dijo entonces Pilato: ¿Luego eres tu Rey? Respondió Jesús: Tú dices que yo soy Rey. Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio de la verdad. Todo aquel que es de la verdad, oye mi voz”. Le preguntó Pilato: ¿qué es la verdad? Y cuando hubo dicho esto, salió otra vez a los judíos. Y les dijo: “Yo no encuentro en él ningún delito". (San Juan 18: 37-38). Lo que deseamos destacar de este diálogo es que Pilato le pregunta: ¿qué es la verdad? Pero no esperó la respuesta. Y eso suele suceder en nuestra vida cotidiana, las personas suelen aparentar que desean saber la verdad de diferentes cuestiones que les angustian, pero al igual que Pilato, en realidad no quieren saber, debido a que eso implicaría tener que tomar una conducta acorde con esa verdad. Así, en el caso de Pilato, como él creía que Jesús era inocente (“Yo no encuentro en él delito alguno”), entonces en base a esa verdad, siendo digno y honesto con él, debía ordenar su libertad. Eso suena muy bonito, pero de hacerlo así, Pilato sabía que se exponía, no tan solo a ser destituido como gobernador, un cargo prestigioso y apetecido, sino incluso hasta ser acusado de desleal al emperador, con todo lo que eso implicaría. Y por eso prefirió “lavarse las manos”.

Eso suele suceder con muchas personas en su vida cotidiana, actúan en contra de lo que realmente creen para mantener su estatus y supuestamente disfrutar de libertad.

Es importante destacar que cuando una persona actúa en contra de lo que realmente cree, aunque nada exterior se lo reclame, siempre vivirá angustiado y con sentimientos de culpa, que no siempre aparecen de manera clara, sino con síntomas como irritabilidad constante, aburrimiento, un insomnio rebelde a los tratamientos habituales y tendencias a refugiarse en las bebidas alcohólicas o en otras drogas legales o ilegales.

Una elocuente ilustración de esta “tragedia emocional” que estamos tratando de describirle nos la muestra de una manera magistral el escritor Franz Kafka en su libro “El proceso”.

Veamos el siguiente diálogo de la obra entre un inspector y Josef K.: “Alguien debió haber calumniado a Josef K., porque sin haber hecho nada malo fue detenido”. Usted no puede irse, usted está detenido”. "Eso parece”, dijo Josef K. ... ¿y por qué?, nosotros no estamos autorizados para comunicarle eso. Vaya a su habitación y espere. El proceso está incoado y usted se enterará de todo en su debido momento ", le dice el inspector.

Vemos como Josef K. fue detenido sin haber hecho nada malo y se le promete que será informado más adelante, pero ese momento nunca llega.

También le aconseja el inspector no dispersarse con pensamientos inútiles, sino que junte todas las energías que necesitará para afrontar lo que le espera.

En definitiva, podía llevar una vida normal, pero sin olvidar que estaba bajo un proceso.

Esta es otra de las grandes paradojas de la vida, que precisamente esos sádicos que nos “apresan” y quitan la libertad interior, nos hacen sentir culpables y temerosos. Son quienes nos echan en cara la afrenta para avergonzarnos, insistiendo que no somos libres y que ellos tienen esa ventaja frente a nosotros, porque sí lo son.

Ya sabemos que la pérdida de la libertad no es solo física, sino que se refiere a esas fuerzas internas y externas que nos “aprisionan” y nos convierten en guiñapos humanos, incapaces de ser espontáneos y de ejercer el libre albedrío que nos ha dado nuestro amado Dios, sino que por el contrario se someten ante esas fuerzas extrañas que nunca llegan a conocer, pero que tienen un poder tan descomunal que les hacen vivir toda una vida de autómatas, haciendo lo que todo el mundo hace o se espera que hagan, afanosos por complacer a todo el mundo, e implorando ser bendecidos por la diosa fortuna, para ser reconocidos por los demás como personas de “éxito social”.

Esa es la situación de muchas personas que, con tal de llegar a la cima social, dejan de lado todo y se arrastran, ocultando su vergüenza, la cual es un equivalente de la culpa, y se llenan de temores y ansiedades.

Como retrata Kafka, en un momento podemos estar privados de nuestra libertad interior, pero al mismo tiempo tenemos libertad de movimiento. El interés es que seamos capaces de seguir produciendo para la sociedad y cumpliendo con las obligaciones que esta nos traza de múltiples formas, como el caso de Josef K., quien puede seguir en su rutina acostumbrada y ser un hombre socialmente aceptable, aunque al mismo tiempo está “arrestado”.

Cómo el lenguaje de la novela “El proceso” es simbólico, “arrestado” significa ser privado de vivir una vida plena, sin temores, sin sentimientos de culpa, y conducido por tanto a una vida marchita e infeliz, sin una libertad verdadera.

Vemos que Josef K. no está impedido de cumplir sus deberes profesionales. De esta misma manera les sucede a muchas personas en la vida cotidiana, se creen “libres” porque a la vista de los demás hacen aparentemente lo que quieren y en especial cumplen con lo que se cree y se espera de ellos, pero en realidad, aunque los demás no puedan percibirlo, están informados de que están “arrestados”, razón por la que viven vidas de autómatas, con la falsa ilusión de ser libres y felices.

Estas personas se afanan por mostrar a los demás cuan alegres están, pero en realidad no son felices.

La felicidad puede englobar la alegría, pero la alegría no necesariamente es una muestra de felicidad. Por el contrario, puede ser un signo de angustia y una alegría buscada por medios nocivos, como la ingesta de alcohol y otras drogas, así como por exhibir conductas inadecuadas y perjudiciales.

Muchas personas temen ir a Dios en actitud de amor, porque creen que Yahvé va a “arrestarlos” y a designar inspectores que los vigilen, como a Josef K., entonces, como una manera de defender su “libertad”, huyen despavoridos de Dios.

Pero es todo lo contrario, nuestro amado padre Jehová no quiere personas “arrestadas”, sino verdaderamente libres.

Esperemos que usted reflexione sobre esto y acuda a nuestro Padre Dios con el convencimiento de que descubrirá la verdad, la única manera de ser verdaderamente libres y felices. Y además de disfrutar de una hermosa paz, como nos dijo Jesucristo: “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no se la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tengáis miedo”. (San Juan 14:27).

El autor es psiquiatra y general (R) del Ejército

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