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el bulevar de la vida

Aristocracias

A su llegada al PLD, Rafael Paz fue recibido como se recibe a un príncipe heredero. Y es que sus vínculos directos con la “aristocracia del capital” en su condición de exvicepresidente ejecutivo del CONEP lo convertían en una especie de “golden boy” para cualquier organización política.

Son esas relaciones primarias, esas colindancias con “las familias”, las que explican su meteórico ascenso y llegada a esa otra “aristocracia del mando y del castigo” que en el PLD es el Comité Político, del cual Paz llegó a ser parte antes que meritísimos miembros del Comité Central pertenecientes a la élite ética del PLD que, entre otros, componen Chanel Rosa Mateo, Ventura Camejo, José Tomás Pérez, Margarita Cedeño, César Pina Toribio o Jaime David Fernández.

Recuerdo ahora como, a pesar de mis explicaciones, más de uno de mis compañeros de trabajo o contertulios amigos de entonces no lograban entender lo que para un partido de reminiscencias marxistas e inspiración boschista, dirigido en lo fundamental por miembros de la amplia clase media –más don Eduardo Selman, Diandino Peña y pocos más, como excepciones–, significaba recibir en sus filas a quien había sido vocero de otra aristocracia no partidaria sino económica, alejadas ambas de la mejor y más auténtica de todas, “la aristocracia del barrio” a la que canta el genio de Joan Manuel Serrat: “sentimentales y buenos, en el bar le echan de menos. Son la aristocracia del barrio”.

Rafael Paz fue recibido en el PLD como si fuera lo que hoy es Omar Fernández en la Fuerza del Pueblo: el príncipe heredero coronado, además, de una buena formación, mucha educación doméstica, más las dotes de caballero de fina estampa y buenas maneras que siempre se le han reconocido a su padre, el profesor Fernández.

Esa es la realidad que en paz Rafael debe entender, comprender, asumir. El Partido Fuerza del Pueblo no puede darse el lujo de que Omar compita por la senaduría del Distrito Nacional sin altas posibilidades de vencer. Y para que así ocurra es condición imprescindible que haya una alianza que como contraparte incluye el apoyo de la Fuerza del Pueblo al candidato a la alcaldía del Distrito Nacional por el PLD, Domingo Contreras quien, sin ese pacto, nada tendría que buscar al enfrentarse a mi dilecta Carolina Mejía y Gómez, la de doña Rosa. Tócala otra vez, Sam, tócala otra vez: “Son la aristocracia del barrio”.