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El agresivo nace y el violento se hace

A lo largo de los años la violencia ha sido usada como herramienta para zanjar conflictos, provocando serias contrariedades en la convivencia entre culturas y civilizaciones.

El pasado día 2 de octubre, hemos conmemorado el día Internacional de la No Violencia o de la Resistencia No Violenta. Esta festividad se hace coincidir con el aniversario del nacimiento de Mahatma Gandhi, en homenaje al líder del movimiento independentista de la India y precursor de la filosofía de la no violencia. Junto a Gandhi, podríamos citar una pléyade de personas que han actuado desde la no violencia, defendiendo los derechos humanos, entre otros: Jesús de Nazaret, Martin Luther King, Nelson Mandela y Eleanor Roosevelt. Ellos han actuado desde la convicción de que “la no violencia es la virtud moral más elevada”. Pero también podemos citar otra lista interminable de mártires que han entregado su vida confesando su fe en Jesús. Un buen cristiano y un honrado ciudadano no tolera en su patria ni en ningún lugar, un poder que pretenda estar por encima de las leyes, de los derechos humanos y de la fe.

La filosofía de la no violencia se rige por principios claros que tendríamos que cultivar y vivir: “la acción no violenta es una técnica por medio de la cual las personas que rechazan la pasividad y la sumisión pueden llevar adelante su lucha sin violencia. La acción no violenta no es un intento por prevenir o ignorar el conflicto. Es una respuesta al problema de cómo actuar efectivamente en política, especialmente, cómo ejercer el poder de manera efectiva”, desde el pacifismo.

Los personajes antes citados, actuaron desde los tres tipos de acciones no violentas que conocemos, a saber: protesta y persuasión, incluyendo marchas y conmemoraciones; no-cooperación con acciones violentas; intervención no violenta, como bloqueos y ocupaciones pacifistas. Con tales comportamientos se persigue: asegurar una cultura de paz, de tolerancia y de comprensión.

Ellos han advertido que la violencia no es una respuesta adaptativa (defensiva), como lo es la agresividad. La violencia es una agresividad descontrolada que supone una profunda disfunción social, porque involucra una cadena de conductas intencionales que procuran producir daño a los iguales. La violencia es un comportamiento agresivo cargada de valores afectivos negativos, tales como el odio, la venganza, los celos y la humillación.

Sostiene el docente de psicología, Enrique Echeburúa, que el ser humano es agresivo por naturaleza, pero pacífico o violento por cultura. Es decir, el agresivo nace, pero el violento se hace. La agresividad es inevitable, pero la violencia es perfectamente evitable. La conducta violenta es el resultado, de un estado emocional intenso (ira), que interactúa con unas actitudes de hostilidad y unos factores precipitantes, tales como: las frustraciones acumuladas, situaciones de estrés, consumo abusivo de alcohol y celos.