Haití: comienza la cuenta regresiva

La cuenta regresiva para sacar a Haití de su crisis de inseguridad e ingobernabilidad ha comenzado.

Una tropa multinacional, encabezada por Kenia, ha sido autorizada a entrar en Haití para sofocar la insurrección de bandas armadas que han desestabilizado a ese país, hundiéndolo en la catástrofe.

No será una tarea fácil, como nunca han sido las confrontaciones entre ejércitos organizados y las guerrillas, que operan con códigos distintos a la hora de las escaramuzas.

Con el amplio dominio territorial que tienen estas bandas, a las tropas extranjeras les espera una decisiva y arriesgada acción quirúrgica para neutralizarlas y disolverlas.

Es la única manera, en principio, de crear las condiciones para una futura restauración de la institucionalidad que, a su vez, permita organizar elecciones libres que den legitimidad al gobierno que surja de ellas.

Y conseguido esto, algo también difícil con una clase política tradicionalmente intransigente, habría que asegurar una robusta asistencia técnica y financiera internacional para sacar a la economía haitiana de su parálisis.

El nivel de ofensiva y de resistencia entre las tropas y las guerrillas irá determinando las expectativas de solución a la crisis.

Y por más neutral que sea la República Dominicana frente a los acontecimientos, las secuelas de esa confrontación la obligarán a reforzar sus medidas de seguridad interna y a un prolongado cierre de su frontera.

Por ella intentarán filtrarse los guerrilleros en fuga, de la misma manera en que sus pares lo han hecho en otros países de América Latina que comparten fronteras comunes.

Por tanto, la seguridad interna cobrará sentido de alta prioridad, mientras las tropas extranjeras estén ocupadas en hacer el trabajo de disolver las bandas y propiciar la pacificación en Haití.

Cuando llegue el momento de la intervención, la República Dominicana tendrá que dormir con un ojo abierto y otro cerrado.

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