SIN PAÑOS TIBIOS
¿Quién rescata a la alianza?
Hace un mes que Miguel Vargas Maldonado (PRD) comunicó al país la conformación de la “Alianza Opositora Rescate R.D.” Desde el primer momento el anuncio levantó suspicacias, toda vez que, pese a que se venía rumorando por lo bajo la posibilidad de un entendimiento entre Leonel Fernández (FP) y Danilo Medina (PLD), pesaba más la duda de que esto fuera posible, que la certidumbre de que sólo con una oposición unida se podría mirar hacia mayo con alguna esperanza.
Pensar que Luis Abinader ganó las elecciones por el hartazgo de la población, la Marcha Verde, la suspensión de las elecciones de febrero y el trabajo electoral del PRM, es una verdad a medias. En los hechos, el elemento catalizador que dio fuerzas a todo lo anterior fue la división del PLD, y, de la misma forma que el camino hacia la puerta de salida lo provocó la desunión, el retorno hacia la puerta de entrada pasa por la unión.
La idea de formar un bloque opositor unificado era viable, pero, como todo acuerdo, el sustrato sobre el que se basa es la confianza que las partes contratantes se tienen entre sí. Más preocupante que cualquier afrenta vertida en algún discurso generado desde el ego herido de un líder castrado constitucionalmente, lo fue la flagrante violación a los acuerdos de Juan Dolio de 2015. En los hechos, para la FP, Danilo Medina no es un socio confiable; asimismo, en el PLD todos saben que un pleito con un sanjuanero sólo se acaba de una forma…
Así las cosas, la necesidad pudo más que la virtud y Vargas Maldonado mostró notables dotes de articulador, pero, el hecho de anunciar la alianza un día antes del paso de un fenómeno atmosférico que previsiblemente relegaría la noticia a la nada mediática, indicaba la urgencia de cruzar el río ese día, no fuera a ser que alguien se devolviera antes de tiempo. Sin documentos firmados, sin fotografías con apretones de manos y caras sonrientes, el evento pareció más un velorio que una fiesta, pero la alianza fue, aunque la pregunta es, ¿y después qué?
Con desacuerdos en demarcaciones que representan más del 50% del padrón electoral, la fractura en las principales plazas habla de su inutilidad en función de los objetivos opuestos encontrados. Para el PLD, partido articulado y estructurado, la alianza es viable si fortalece sus capacidades congresuales y municipales, al fin de cuentas, si no hay 2024 habrá 2028; para la FP, partido caudillista, providencial y mesiánico, el fin de la alianza debe ser llevar a su líder a palacio, porque el 2028 está lejos…
El silencio de los consorciados es evidente; los conflictos provinciales están ahí, irresueltos; el clamor de un Peña Guaba (BIS) - armador profesional y generador de consensos - en las redes sociales es sintomático. En definitiva, hoy en día, la alianza que quiere rescatar R.D. necesita ser rescatada.