Desde mi pluma
El discurso más repetido
“No hay ni habrá nunca solución dominicana al problema haitiano”, en varias ocasiones he escuchado al presidente Luis Abinader pronunciar enérgicamente esta frase, aquí, en su país, y ante organismos internacionales.
Pero no solo él ha tratado de externar al mundo la situación del vecino país, otros mandatarios dominicanos han alzado la voz anteriormente en escenarios como la Asamblea General de las Naciones Unidas tratando de hacer entender que no está en manos de nuestro país asumir la solución de la crisis de Haití, una nación que, desde hace muchos años, ha perdido el carácter políticamente de tomar medidas que remedien las calamidades por las que sufre su pueblo.
Son un Estado fallido donde las bandas criminales han tomado el control de gran parte del territorio, sin mencionar la pobreza extrema y la insalubridad que los azota. Aún así, hemos sido solidarios con ellos, primero que cualquier otro país.
A pesar de ese esfuerzo por canalizar ayuda para el pueblo haitiano, no ha sido suficiente la intención, otras naciones deben de sumarse a la tarea, no solo con posturas públicas y elaborados discursos, sino, más que nada, con la acción.
De hecho, sectores como la Iglesia Católica haitiana han denunciado “el abandono de la comunidad internacional” ante el caos que allí impera.
Independientemente de la tensa situación fronteriza entre ambas naciones de la isla Hispaniola, esta semana, Abinader, volvió a pronunciarse al respecto ante la ONU, expresando que “sin lugar a duda, el problema de Haití ya no está en Haití, está en manos de la comunidad internacional” cerrando con el poderoso mensaje de que, la historia nos juzgará por nuestras acciones, no por los discursos.
Ojalá llegue pronto el tan anhelado “rescate” y aliciente de Haití, sin importar quienes sean los que “se coloquen la medalla”.