SIN PAÑOS TIBIOS
El ocaso de los dioses
El mejor Ragnarök fue el de Borges – sin duda –, ya que el de la Edda Poética era muy aburrido y predecible, aunque sirvió a Wagner como inspiración para componer Götterdämmerung (“El Ocaso de los dioses”).
Disgregaciones aparte, la imagen de las sagas evoca el final del orden vigente a través de una serie de sucesos que todos los actores saben de antemano, no sólo que pasarán, sino que no los pueden evitar; habla de la caída de un mundo viejo donde los hombres mueren y los dioses sucumben.
La imagen sigue siendo poderosa, acaso porque en ella podemos entrever los hilos que atan la destrucción de nuestro mundo con la trama vikinga. Si los dioses fueran los líderes que nuestros pueblos han tenido, cómo explicar entonces este proceso que viven casi todas las sociedades en las cuales, sus líderes políticos, económicos, empresariales, religiosos, etc., acusan un proceso degenerativo de sus facultades, competencias, capacidades, principios y valores.
Occidente, por ejemplo, en tanto marco mental que circunscribe nuestra reducida comprensión del mundo, evidencia un deterioro profundo y constante en la calidad de sus liderazgos.
Atrás quedaron quienes miraban más allá del horizonte; basta comparar a algunos de sus actuales líderes con quienes les antecedieron hace apenas unas décadas: Biden con Roosevelt (Kennedy, LBJ, Nixon); Macron con De Gaulle (Mitterrand); Sunak con Churchill (Thatcher); Scholz con Adenauer (Merkel); Netanyahu con Rabin (Meir), etc. Citando a Zaffaroni, “si la voz más progresista de Europa es el Papa, me parece que algo está andando mal”.
Cada época tiene los líderes que se merece, es cierto, pero acaso esta época, que enfrenta desafíos enormes en todos los órdenes, ¿no está caracterizada por la insustancialidad y la personalidad anodina de quienes dirigen nuestros destinos? Si miramos el futuro, el escenario es incierto: ¿dónde están los líderes que encausarán la humanidad hacia un nuevo modelo económico más justo y ambientalmente sostenible, ¿los que lucharán por la defensa de los derechos humanos de todos?
Hoy las aspiraciones de mejoras en la calidad de vida de la gente han sido sustituidas por debates bizantinos sobre el uso del idioma, el sexo, la identidad… pero de salarios, salud, pensiones, alimentación, vivienda, etc., nadie dice nada, porque el mercado ha suplantado a todos los liderazgos, circunscribiendo su ámbito de lucha a la búsqueda de “likes”, “views” o “retweets”.
Los líderes que tenemos no están a la altura de los desafíos, pero están hechos a la medida de un sistema que nos deshumaniza y nos empobrece cada vez más, y, mientras lo hace, ellos se toman “selfies” … y nosotros también.