enfoque

El Masacre es lo de menos

Haití tiene mucha gente buena que sufre los pésimos gobiernos que ha tenido a través de su historia. Pero el gobierno actual y un sector poderoso de ricachones corruptos, que complotaron para asesinar a Jovenel Moise, quieren destruir todo lo que República Dominicana ha construido en los últimos 60 años.

Lo del río Masacre es solo un eslabón de un plan maquiavélico concebido por la cúpula política y empresarial haitiana, que tiene por objetivo usar las bandas de mercenarios que luchan entre sí, para redirigirlas a un solo objetivo: Derribar la frontera y movilizar a cientos de miles de ilegales haitianos en el país para que reconquisten lo que les pertenece.

Su odio hacia los dominicanos los está llevando a crear un ambiente de confrontación política y militar con una sucia agenda debajo de la mesa.

Haití usa sus influencias en Estados Unidos, Canadá, Francia y otros países (incluyendo la ONU), para decapitar nuestra imagen en el exterior y presentarnos como un país racista, explotador, inseguro y que maltrata a los inmigrantes. Y están logrando su objetivo sin darnos cuenta.

No es casualidad las constantes presiones del gobierno de Joe Biden para que abramos la frontera, lo que no hace ningún país, incluyendo Estados Unidos y Canadá, donde toda la población haitiana cabe en menos del 2% de sus territorios.

No es casualidad la penalidad aplicada al Central Romana por supuesto maltrato a los trabajadores haitianos. Trabajadores que viven mejor que el 90% de la población de Haití y remesan parte de sus ingresos.

No es casualidad que el Departamento de Estado esté constantemente emitiendo alerta a sus ciudadanos que visitan República Dominicana, debido a problemas de inseguridad, cuando somos uno de los países más seguro de toda la región.

O exploten la penosa situación de las parturientas haitianas, que le cuestan al país más de 10 mil millones de pesos anualmente.

Tampoco es casualidad que por más de un año no tengamos un Embajador de Estados Unidos. O que se difundan videos por las redes sociales que nos degradan, tergiversando la realidad.

Una campaña asquerosa de un país vecino cuya población en República Dominicana pasa de un millón, la mayoría viviendo ilegalmente, pero tratados mejor que en su propio país.

Nuestra arma más poderosa para repeler ese maquiavélico plan es continuar reforzando las deportaciones y cerrar herméticamente la frontera para que se traguen su odio hacia los dominicanos. Ese cierre nos afectará económicamente, pero para Haití será catastrófico. Cuando se trata de defender la imagen y la seguridad nacional de nuestro país, hasta la muerte vale la pena.