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Locura, viviendas y vicios de construcción

Sorprende el grado de metástasis que el cáncer del irrespeto a las leyes y su no aplicación ha alcanzado en la sociedad dominicana.

También el nivel en que tal situación trasvasa, hasta deformarlas, las opciones y calidades de significado esencial que a favor de las personas cifran la Constitución y las leyes.

Un amigo adquirió un apartamento, hace apenas dos años. Según me dice, ya está bregando con filtraciones de todo tipo sin que exista una cláusula en el contrato de venta del inmueble que lo proteja al respecto.

Por escrúpulo, le pregunto: ¿El seguro bancario, que pagaste al adquirir el inmueble, no te protege de esos vicios de construcción?

—No—, me respondió.

—¿Y los constructores?

—Tampoco.

Dudo. Siempre viene gente pretendiendo que diga o haga lo que les conviene. Para aclarar las incertidumbres, pienso que el tema corresponde a la Asociación de Bancos de la República Dominicana, empeñada en la educación financiera de la ciudadanía. Una sugerencia basta: podrían usar sus canales, relaciones de comunicación y redes sociales para informar hasta dónde el seguro de un inmueble adquirido a través de sus asociados protege de esos vicios de construcción.

Sabemos que la actividad de la construcción está fuertemente penada por el sistema impositivo dominicano, excepto las de valor inferior a cuatro millones.

Y que, como solución, en vez de fajarse con los gobiernos, las asociaciones de constructores prefieren romper la soga por el lado flaco: la gente, asumiéndolo como “mercadeo”.

Traemos este tema porque cada día adquiere mayor rasgo de irracionalidad económica el dedicar la vida, trabajo y recursos para adquirir una vivienda.

La razón es simple: ni siquiera nominalmente alguien pagaría un alquiler igual que el uno por ciento (1%) del precio pagado por una vivienda.

Peor aún: después de desembolsar el inicial equis, el alquiler que el propietario logrará será siempre inferior al monto de la cuota mensual del financiamiento.

Al menos en los casos consultados.

Si se considera la progresiva depreciación de los inmuebles, adquirir una vivienda en la República Dominicana hoy es comprar una ilusión de propiedad. Un espejismo, una irrealidad, al menos durante el término del financiamiento. Sueño por el cual también se debe pagar mensualmente: en este caso, es negativa la diferencia entre el alquiler obtenido y la sumatoria de la cuota mensual del préstamo más la depreciación del monto abonado más el interés del abono. Calculen.

Es una práctica consuetudinaria e histórica. Sobre ella ninguna autoridad ha dicho esta boca es mía ni alguna entidad responsable de garantizar el cumplimiento de las normativas al respecto se ha ocupado más que de enviar inspectores a presionar y amenazar para terminar sabemos cómo.

La garantía de la calidad de las construcciones domésticas y privadas es responsabilidad de varias entidades públicas, al igual que velar por su carácter inocuo para la vida y salud de residentes, trabajadores y vecinos. La reciente explosión en una empresa en San Cristóbal puso de relieve el incumplimiento del rol supervisor de las autoridades a cargo.

Otro tema ante el cual en todo el territorio la ciudadanía continúa sin su Chapulín Colorado, en la orfandad.