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Los jefes cultivadores de hongos

Los hongos son una especie de organismo, “… que carecen de clorofila”, viven parasitariamente o “a expensas de sustancias orgánicas en descomposición y casi siempre en zonas muy húmedas.”

En el mundo gerencial se maneja una metáfora tan incisiva como ilustrativa de una relación que hemos venido observando durante mucho tiempo en el espacio del poder. La metáfora en cuestión apunta al cultivo de hongos y a ciertas características que éstos presentan. Sobra decir que los hongos son una especie de organismo, “… que carecen de clorofila”, viven parasitariamente o “a expensas de sustancias orgánicas en descomposición y casi siempre en zonas muy húmedas.”

Cuando hablamos de jefes cultivadores de hongos, nos estamos refiriendo a directivos con posiciones de mando que tratan a sus colaboradores como si fueran instrumentos despreciables de mala calidad. Es decir, manteniéndolos en la más completa indigencia; “echándoles desechos en descomposición”, lo que equivale a decir, culparlos de errores no cometidos; cercenándoles o usurpándoles cualquier iniciativa y obligándolos a vivir en la oscuridad, en el anonimato sin permitirles desarrollarse ni crecer en la estructura organizacional.

Pero, ¿cuáles son los factores responsables de este modelo de actuación? Lo más fácil sería contestar esta pregunta con algunas de las categorías teóricas disponibles porque, en algunos o en muchos casos, éstas pueden satisfacer los requerimientos de la pregunta, aunque seguimos entendiendo que este estilo gerencial presenta tanta complejidad que no es posible especificarlo a plenitud con una de las concepciones psicosociales existentes. De todas formas pensamos que cada una de ellas, según sea el caso, comprenden, en menor o mayor grado, el fenómeno que estamos analizando.

Lo primero que se nos ocurre, como forma explicativa, es la concepción de Fromm quien, influenciado probablemente por Adler, entendió que la búsqueda del poder no está basada en la fuerza sino en la debilidad, ya que “es la expresión de la incapacidad del yo individual de mantenerse solo y subsistir”. Estas ideas pueden ayudarnos a comprender los esfuerzos de algunos jefes por mantener en la más completa indefensión a sus colaboradores a fin de sentirse seguros, lo cual no implica que el objetivo esencial de esta orientación resida en la inclinación sádica de ciertos directivos que buscan únicamente el placer en hacer sufrir a de los demás, porque la búsqueda de dominio en los jefes cultivadores de hongos está generalmente motivada por el deseo de sentirse superior o el mejor sin alguna competencia mortificante. Tampoco puede ser comprendida totalmente por el desprecio al débil evidenciado por Adorno en la personalidad autoritaria, ya que en este caso el jefe desprecia más a su propia gente que a los extraños y es él mismo que construye tal debilidad. Si estas categorías individualmente no pueden explicar completamente este tipo de comportamiento, lo más lógico sería acudir a la conjunción de cada una de ellas como a las debilidades propias de estos directivos.

Cuando aparecen en una organización jefes de este tipo, los subalternos llevan una existencia angustiada.

Cuando aparecen en una organización jefes de este tipo, los subalternos llevan una existencia angustiada.EXTERNA/

Y es que creemos que en los jefes cultivadores de hongos se presentan concurrentemente dos características psicosociales que, aunadas a la ambición de poder, lo especifican de alguna manera. Por un lado, tenemos, tal como ya señalamos, el temor a sentirse solos sin poder, situación que en gran medida explica sus esfuerzos por mantener en la mayor dependencia a sus subalternos a fin de evitar competidores peligrosos: dependencia económica, con el objeto de obligarlos a permanecer a su lado haciéndoles creer que sin su amparo no pueden subsistir materialmente; dependencia psicológica, con el propósito de que éstos crean que no pueden soportar emocionalmente su separación; dependencia moral, con la intención de que valoren como traición la más mínima desviación a la línea que él, como jefe, ha trazado; y dependencia intelectual, por temor a que éstos puedan igualarlos o superarlos.

El otro rasgo con incidencia en esta tipología dirigencial es el narcisismo, o sea, la posesión de un yo en constante expansión que impide todo tipo de admiración o adhesión a otro poder que no emane de sí mismo. Eso hace que siempre se sospeche de sus manifestaciones de fidelidad a una autoridad jerárquicamente superior a él, ya que regularmente son de carácter instrumentalista. Y son de esa manera, debido a que estos hombres no sienten ninguna fascinación por otra persona que no sea a ellos mismos, porque la percibe como usurpadora de jerarquías que únicamente ellos creen merecer. Esto último no quiere decir que los cultivadores de hongos no puedan sentirse atraídos por los grandes personajes de la humanidad, esto es posible, pero con la condición de que no formen parte de su espacio competitivo.

Como es muy difícil, ya lo advertimos, encontrar una línea divisoria exacta que separe esta forma comportamental de la personalidad autoritaria – incluso de las otras categorías teóricas – sus subalternos vivencian esta relación de dos maneras posibles. Algunos, con sentimientos de odio resentido y otros con temor y resignación fatalista. Los primeros con odio, porque consideran que los cultivadores de hongos son los responsables de todas sus desgracias. Y los segundos, con temor, porque lo saben capaces crearles sufrimientos inescapables. En el caso de los primeros, estas personas nunca experimentan esta relación como algo fatal, de ahí que en muchos casos hagan resistencia o se rebelen abiertamente. Los colaboradores con características autoritarias, los segundos, tienden, a vivirla, tal como lo fórmula Fromm, como una necesidad o como algo inescapable: “de seguir lo que el destino o su representante personal o líder les ha asignado”.

Cuando aparecen en una organización jefes de este tipo, los subalternos llevan una existencia angustiada: algunos, con resignación y destrozados psíquica y socialmente; otros, la experimentan como un desafío que tienen que vencer por lo que sólo esperan algún momento de debilidad del jefe para atacarlo sin piedad alguna.

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