POLÍTICA Y CULTURA

“Nos ladrán, Sancho, señal de que cabalgamos”

A Faride, estrella refulgente.

Los líderes y quienes encabezan en un momento circunstancial o coyuntural, una esperanza sostenida de sectores sociales, no pueden posponerse ni anularse sin lesionar al mismo tiempo la esencia primigenia de una identidad social y política, de un sentido ético que al calar en la población, asume una actitud compromisaria de adhesión que se sostiene por la conducta, sin que el eje transversal de las circunstancias, pueda lesionar la vocación del coeficiente identitario de servicio social. La unanimidad es pecadora, abstrae y corrompe al final la voluntad consciente del electorado y trastorna. Líderes impresionantes caen abatidos por el ejercicio deshilachado de la demagogia y la informalidad de los compromisos. En una sociedad fragmentada por intereses contrapuestos y por la decadencia del formato social, el liderazgo sectorial no puede someterse a la incuria generalizada de los polos culturales y educativos predominantes. La idea reflexiva es profundizar el vínculo efectivo con las mayorías, no en el sentido prostituido de la demagogia sino en la verticalidad absoluta de principios. Causa risa escuchar las observaciones insuficientes desde el punto de vista más sectario y elemental, de quienes han criticado a la diputada Faride Raful por el hecho repetido como loros amaestrados en su ignorancia perpetua, en el sentido de que antes criticaba los préstamos y ahora los aprueba. Lo primero que debe hacerse es indagar por el hecho objetivo de que los préstamos del pasado no fueron bien administrados. Los expedientes judiciales y los que todavía esperan para ser instrumentados, revelan una pésima y espuria administración de los recursos, que de acuerdo a los expedientes conocidos, fueron desviados y distribuidos en muchas ocasiones en comisiones de malandrines. Los préstamos no son malos en sí mismo dentro del contexto de la sociedad en que vivimos. Hay una necesidad sentida en una fiscalización adecuada de los recursos obtenidos en pignoraciones u otras modalidades de acceso a recursos. No es lo mismo aprobar préstamos para una administración honrada encabezada por una figura honesta que hacerlo por personas malhadadas. Yo no juzgo por igual a las administraciones anteriores pero establezco parámetros para diferenciar a grupos e individuos que no pueden justificar el dinero que poseen. No generalizo porque sería subjetivo y prejuiciado de mi parte pero establezco claramente el peso gravitatorio de la mala y perversa administración de recursos al amparo del Estado ampuloso.

La saña del analfabetismo político conceptual, el uso desmedido de las manipulaciones, no hace otra cosa que forjar el acero, templarlo como en la novela rusa de Nikolai Ostrovski, hacia convicciones y fundamentos superiores de vida.

No creo que en la vida política nacional, salvo los grandes líderes coyunturales e ideológicos de la nación, Bosch, Balaguer, Peña Gómez, hayan sido blancos de campañas sostenidas de la peor ralea, como la que dirigen contra esta Senadora del honor y el decoro. Si algunos vacilan y retroceden, otros no lo hacen, y junto a una mayoría calificada del electorado se aprestan a valorar su trabajo en las urnas, sin ninguna vacilación ni duda, de que será ratificada por los votantes. La desesperación es el mensaje más claro que delata a los adversarios obnubilados, que han concentrado en su acíbar más amargo su impotencia y miseria moral. 

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