Como Manabao, todo el país

Todavía no salgo del asombro que me produjo el video que mostraba a decenas de comunitarios de la Ciénaga de Manabao, apostados frente al destacamento de la Policía de Jarabacoa, a donde habían llevado, en calidad de detenidos, al presidente y secretario de la asociación que gestiona la hidroeléctrica local.

El problema viene de viejo, y, cual tragedia griega, se prefigura en actos que el guion va concatenando hacia su futuro final. Si escribo sobre esto es, para a través del caso particular, intentar diseccionar una problemática de corte nacional que, a medio plazo, supondrá una amenaza a la sostenibilidad hídrica de la nación. Dicho de otro modo, al escribir sobre el problema en esa comunidad, escribo sobre una situación que se replica en todo el país, cada vez más.

Y es que, en muchos casos, bajo la premisa de reforestar con aguacate, café, cacao, etc., se han realizado desmontes en diversas áreas boscosas del país, incluso en parques nacionales. Es absurdo talar un bosque existente para sustituirlo por una plantación comercial bajo el argumento forestal; Chile y México brindan ejemplos de qué tan pernicioso puede ser cuando esto ocurre en cuencas hídricas.

Los comunitarios arguyen que en la parte alta de la cuenca del Arroyo Frío, en una finca adyacente al tramo carretero que une esa comunicad con “Los Bermúdez”, en Constanza, desde hace años se viene realizando un desmonte sistemático para sembrar café con fines comerciales y que supuestamente eso ha impactado en el nivel del caudal del arroyo que les proporciona agua, tanto a ellos, como a la hidroeléctrica que les provee energía. Al respecto, varias han sido las denuncias realizadas que se han topado de frente con la displicencia con que el Ministerio de Medio Ambiente actúa: las recibe, investiga… pero el desmonte continúa. Aquí el mal de fondo es la pasividad histórica de la institución responsable y la complicidad de una justicia y una policía que se antoja lenta cuando las denuncias son ambientales, pero rápidas y diligentes cuando sobre esos comunitarios pesan querellas penales por supuestos daños a la propiedad privada, olvidando que el papel de la justicia es equilibrar la correlación de fuerzas sociales, sobre la base del derecho. En definitiva, lo que ocurre en Manabao, donde toda una comunidad lucha por preservar sus recursos naturales, ocurre en otras comunidades del país; y, de igual forma, esas comunidades deberían imitar y replicar la manera cívica, ordenada, valiente y responsable con la que unos campesinos le hacen frente a las arbitrariedades de un poder abusivo.

No olvidemos que cuando un pueblo despierta, hay que andarle con cuidado. (Voz en off de Luis XVI).