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periodismo en la pecera

El solecismo de régimen preposicional

Sí, suena más enredado y difícil que onomatopéyico y pluscuamperfecto, pero solecismo de régimen preposicional es un término que existe y no solo eso, es quizá uno de los principales problemas que enfrentan en la actualidad la gran mayoría de las redacciones de América Latina y muchas de las publicaciones en español producidas en Estados Unidos.

Yo empecé a notarlo por el año 2006, cuando fui corrector de estilo en Diario Libre, periódico gratuito de República Dominicana. Un día me puse a compilar los errores más comunes de la prensa local—sobre todo en títulos y subtítulos— para llamar la atención de mis colegas, y en el caso que nos ocupa registré ejemplos como estos: “Chávez pide a FARC liberar los rehenes” por “liberar a los rehenes”, “La persona pudo salvar su hijo” en vez de “salvar a su hijo”, y “La muchacha fue a buscar el novio” por “buscar al novio”.

La RAE es clara al respecto y en una larga lista de acepciones, de las cuales solo copio las dos primeras, dice lo siguiente:

1. prep. Precede al complemento directo cuando este es de persona determinada o está de algún modo personificado. Respeta a los ancianos. Acabamos de vacunar al perro.

2. prep. Precede al complemento indirecto. Legó su fortuna a los pobres.

Veinte años después omitir la preposición “a” en las oraciones (y en la conjunción con el artículo) sigue siendo algo muy común. Hace poco leí algunos tuits, casualmente de otro periódico dominicano, Listín Diario, y del Nuevo Día, de Puerto Rico, que decían: “Hospitales atenderán las parturientas sin importar su estatus migratorio” por “atenderán a las parturientas…”; “Dominicano José Tima va la final de triple” por “va a la final de triple”, y “La empresa de contenido reveló que unos 970,000 clientes dieron de baja sus cuentas en los pasados tres meses” por “dieron de baja a sus cuentas…” y así por el estilo. ¿Cuándo empezó a omitirse la “a” en el español?, quizá fue mucho antes de que yo empezase a registrar esos casos que consigno ahora. Siempre pensé que el origen está en el mal pronunciamiento del español entre los hablantes de nuestro idioma que tienen en el inglés su lengua principal, es decir, aquellos cientos de miles de latinoamericanos —no es su culpa, claro— que crecieron o viven en EEUU y que luego transmitieron el error en su interrelación con hispanohablantes nativos.

El periodista y escritor argentino Santiago Almada, editor y corrector de estilo en Santo Domingo, sitúa el origen del problema entre los años 70 y 80 del siglo pasado. Y menciona también al francés como lengua “corruptora” (eso lo digo yo) del español, en el caso particular de la prensa dominicana y de los hablantes dominicanos en general por su vecindad con Haití.

El idioma está en constante cambio, en eso estoy de acuerdo. Pero dejemos que los lingüistas se encarguen de corregir las normas del idioma para que nosotros, los periodistas, nos concentremos en aplicarlas y transmitir con propiedad cualquier texto periodístico, es decir, los códigos a través del lenguaje.

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