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En búsqueda de una nación cohesionada

En las últimas seis décadas en el mundo y en nuestro país hemos tenido importantes acontecimientos. Me limitaré a tres que he vivido y considero interesante mencionar en las

presentes circunstancias.

El primero fue el ajusticiamiento de Rafael L. Trujillo en 1961. Fue el fin de tres décadas de gobierno. Lo hicieron hombres de fuerte carácter y curtidos en el poder, pero cansados de un régimen escaso en libertades públicas. Los conjurados tenían dos objetivos, que era eliminar a Trujillo y tomar el poder político. El primero lo lograron, pero fracasaron en el segundo. Eso les costó la vida a casi todos ellos. Sus líderes fueron personas nacidas en la primera década del 1900.

Fue la época de la guerra fría entre Estados Unidos y Rusia, el fin del colonialismo en África y de las dictaduras en América Latina. Al final de esa década hubo un hecho crucial que fue la subida al poder del gobierno revolucionario y socialista de Fidel Castro. Un caso sin precedente en una isla a solo 150 kilómetros de la Florida.

Nación cohesionada

Nación cohesionada

En 1961 ocurrió la aventura militar llamada “Bahía de Cochinos” gestada por la Agencia Central

de Inteligencia Norteamericana que buscaba derrocar a ese régimen pero que pudo sobrevivir esa invasión. Un año después se originó en Cuba la crisis de los misiles entre Rusia y Estados Unidos. Ese suceso que pudo desatar una guerra mundial fue tan

trascendental que marcó esa época.

No se había acabado de bajar el telón cuando en 1965 sorpresivamente estalló un conflicto armado con la participación de civiles y militares en la isla de Santo Domingo. Este segundo

acontecimiento dio lugar a una poderosa intervención militar de parte de Estados Unidos.

Los dominicanos lucharon y resistieron la ocupación militar de Estados Unidos. Después de varios meses de negociaciones acordaron vía el Acta de Reconciliación y el Acta Institucional finalizar el conflicto y formar un gobierno provisional para convocar a elecciones en 1966 que permitieran elegir un presidente constitucional. En esa conflagración y en defensa de la constitución del 1963 y la soberanía dominicana surgieron líderes que eran

hombres nacidos en la década del veinte y treinta. Estas personas se forjaron en la milicia y los dirigentes civiles eran reconocidos intelectuales. A lo externo este periodo fue conocido por la Revolución Cultural en China, la búsqueda de llegar a la superficie lunar por Estados Unidos y Rusia y la guerra entre Israel y varios países árabes.

El tercer suceso a lo interno que debo mencionar fue la revuelta popular de abril 1984. Este fue causado por las medidas adoptadas bajo un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (F.M.I) en el cual murieron unas 100 personas y unos mil fueron heridos.

Esa protesta trajo la destrucción de comercios y una grave crisis económica y política al país.

El gobierno de ese entonces aislado por la comunidad internacional y a la vez temeroso de un golpe de estado se vio en la necesidad de cambiar su gabinete económico y reorientar sus políticas. El nuevo gabinete realizó un fuerte ajuste que logro eliminar de un solo golpe todos las distorsiones monetarias y cambiarias acumuladas en las dos últimas décadas.

Se unificó y estabilizó la moneda, se renegoció la deuda externa, se reorientó a los sectores productivos y se reanudó el crecimiento económico. Esas fuertes medidas sirvieron para conducir al país a que se pudiera celebrar elecciones presidenciales y de base al crecimiento económico que hoy tenemos. Dicho proceso fue liderado por hombres con experiencia y nacidos en la década del cuarenta.

A lo externo fue la época de los ataques al Fondo Monetario con sus programas recesivos y de las renegociaciones de la deuda externa, esa fue la llamada “Década Perdida” a nivel mundial. Otros grandes hechos fueron las reformas de Gorbachov en Rusia, la corta guerra de las Maldivas y el derrumbamiento del muro de Berlín.

El mundo que habitamos está hoy en día inmerso en un proceso de grandes transformaciones. Tenemos la guerra de Rusia-Ucrania que son dos gigantes en Asia y Europa Oriental. Esta guerra híbrida ha involucrado a otras potencias a través de la OTAN.

El conflicto se ha prolongado y la paz no se ha logrado.

Estamos en un mundo nuevo dominado por los avances tecnológicos y en el cual han surgido otras poderosas naciones que se dividirán el poderío a nivel mundial.

Es en ese mundo en que podemos ver la crisis en Níger que desafía a Francia y la aparición de otra nación africana como líder de fuerzas militares que intervendrán en Haití.

Mientras eso ocurre en otras partes del mundo, nosotros tenemos que analizar cómo la grave situación de nuestro vecino Haití nos puede afectar. Como en esta fase de preparación se encuentra una nueva intervención armada apoyada por Estados Unidos, Naciones Unidas y liderada por Kenia que busca pacificar a Haití tenemos que prepararnos.

Durante años hemos abogado por una solución de mayor alcance a lo que significa la intervención militar. En adición a la pacificación es necesario establecer un programa para la reconstrucción de ese estado fallido. No obstante, y debido a la intervención militar que se aproxima, por nuestro lado debemos tomar acciones que protejan al territorio dominicano frente a lo que se avecina. Quisiera equivocarme del presentimiento que tengo. Lo que

viene pondrá en peligro la soberanía de esta nación. Solo un fuerte y experimentado

liderazgo con una nación cohesionada podrá salvarnos de esa difícil encrucijada.

Terminando en la madrugada de escribir este artículo veo que la primera página del Listín

del 11/08/23 dice: “Frontera en tensión”. Surgen las interrogantes de si nuestros militares están ya preparados para contener la avalancha de haitianos hacia el territorio dominicano y si tienen órdenes claras y precisas del comandante en jefe de nuestras fuerzas armadas.

Quienes hoy conducen a la nación dominicana son hombres nacidos en la década del setenta. No estuvieron en la época del ajusticiamiento de Trujillo, tampoco en la lucha en contra de la intervención americana ni en los graves sucesos de abril de 1984. Tendrán que asumir retos muy significativos. Hubo una vez un presidente de este hemisferio que dijo “Soy responsable del timón, pero no de la tormenta”. Esa frase aplicada a lo que pueda suceder próximamente entre nosotros y Haití deberá ser reformulada para decir “Soy responsable del timón y de lo que ocurra en esa tormenta”.

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