Tribuna del Atlántico

Que la fuerza militar de Kenia no sea pólvora en garzas

En los afanes de encontrar una salida a la grave crisis de gobernabilidad en que han sumido las bandas a Haití, la comunidad internacional ha conseguido finalmente que Kenia, asuma liderar una fuerza militar, en busca de restablecer el orden en ese país.

El que un país africano esté dispuesta a jugar ese rol, de alguna manera busca presentar una salida en la que las fuerzas de ocupación no estén encabezadas por ejércitos de las grandes potencias en una nación que tiene sus raíces principalmente en África.

Ya Estados Unidos ha expresado su respaldo a la participación de 1,000 soldados de Kenia, habrá que ver que pasa en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, en momentos en que muchos creen que la decisión de esa instancia no impedirá la puesta en marcha de esta iniciativa.

El conflictivo, Claude Joseph, de inmediato se ha opuesto afirmando que Kenia está sumida en su propia crisis sociopolítica, esto sin embargo no impide a esa nación jugar un rol transnacional.

Las intervenciones, lo he dicho antes, son un método odioso, los dominicanos que sufrimos dos en el siglo pasado, lo sabemos. No parece, sin embargo, que haya otra salida. El imperativo del momento es que ese país deje de ser un terreno dominado por las bandas, con su secuela de secuestros, chantaje y muertes.

Esta misma semana el primer ministro de Canadá Justin Trudeau acusó a las “élites políticas y económicas de Haití de la grave crisis que vive el país caribeño”, a quienes acusó de financiar las bandas. Uno se pregunta, ¿Las élites económicas financian las bandas, para que operen como tales o, simplemente, pagan para no ser víctimas de sus acciones?

El señor Trudeau decía también que con millones de dólares que se han invertido en Haití, la crisis actual es una de las peores en la historia de ese país.

En un artículo de hace algunos años, publicado en el Listín, el exsecretario de las Fuerzas Armadas y escritor José Miguel Soto Jiménez, titulado; “No gastar su pólvora en garza”, dice: “La garza zancuda no se come. Tiene muchas plumas. No tiene masa, y su carne “sabe a diablos”. Por lo tanto, a la garza no se le dispara, no se le caza, aunque sea un blanco fácil. Tirarle a las garzas es un desperdicio”.

He aquí la cuestión.

La única forma de que la anunciada intervención liderada por Kenia o por el país que sea, no termine siendo para Haití eso, es sí, como decíamos en nuestro artículo, “Una idea tonta, sobre Haití”, se articula un plan que vaya a las raíces de la grave crisis que vive ese país.

El control del territorio por las bandas es la expresión actual de una crisis que se remonta a la formación misma de ese país y que desde 1986, con la caída de la dictadura de los Duvalier, se refleja en una profunda inestabilidad política, sangre, miseria y dolor.

Si la comunidad internacional no está lista para articular, junto a los actores de ese país y los países vecinos, un plan para crear las bases de un desarrollo capitalista, en la pais más pobre de América, si no hay un plan para fortalecer sus instituciones, políticas, policiales, judiciales etc., de poco servirán los 1,000 militares kenianos.

Si la crisis haitiana no se asume, como una responsabilidad continental de ayudar construir nación, allí donde no la hay. A mí, que me perdonen, pero esta sería, otra forma, “de gastar pólvora en garzas”.