La corrupción, mal menor
De entrada, advierto que este artículo tiene todas las características para ser impopular, compró todos los boletos para lograrlo, pero melódico no busco ser para las mayorías, sino reflejar un sentimiento que muchos respaldan, pero pocos se atreven a encarar.
Un estudio del Fondo Monetario Internacional de 2015 señala que aproximadamente el 2% del PIB mundial es arrastrado por la corrupción, sin embargo, es ideal preguntarse ¿Cuánto se pierde por ineficiencia?
Ningún estudio precisa ese dato, pero la población se hace ideas. La elucubración conduce a una comparación, ¿Presuntos ladrones o malos administradores comprobados?
Las encuestas locales conducen a la aseveración de que la corrupción no es vista como un problema entre los dominicanos, al menos para más del 90% de la población... La inseguridad, los alimentos caros, salud deficiente están de forma permanente por encima del flagelo del hurto a lo público.
La historia no ha sido distinta en más de 40 años, en momento de grandes cuestionamientos a uso del erario, cuando se financiaban movimientos sociales y ONG’s para darle importancia al tema, con medios de comunicación alineados (y hasta alienados) con el discurso respaldado con estrategias basadas en las teorías de la Aguja Hipodérmica y Agenda Settings nunca logró colocarse en el top 3 de preocupaciones del dominicano. A finales de 2019 llegó a empujones a un quinto lugar según Gallup-Hoy.
Desde entonces la tendencia ha sido a la baja, priorizando temas que inciden directamente en la vida del ciudadano. Poco importa un Gobierno transparente cuando evidencia incapacidad para lidiar con el desempleo o la inseguridad.
Parece que hablar de apagones o economía es más importante para los dominicanos que la pravedad estatal. O la falta de atención en los hospitales y profesores incapaces de educar son males mayores que la desviación de recursos.
Sin mencionar que el Metro falla en sus servicios, que debes esperar seis meses por un pasaporte, tocar la puerta del departamento de Medicamentos de Alto Costo hasta que la falange se quiebre son preocupaciones mayores que evidencian el desconocimiento de las prioridades.
Quiero dejar claro que no busco apañar lo mal hecho, macana con el que roba, la preocupación es que la preocupación de ayer no está ausente hoy, para muestra un botón, escándalo con tarjetas del Programa Supérate, licitación amañada de pasaportes, compra del Canódromo a precio de vaca muerta, auditorías que revelan faltas “subsanables” que no terminan de ser enmendadas, en fin, un mar de casos hace ver la presencia de la corrupción en estos días.
La corrupción nos afecta a todos, sin dudas, pero es tortura para aquellos con necesidades básicas resueltas, que viendo amenazadas esas comodidades vuelven la mirada a la inseguridad, alimentación y desempleo como sus molestias. Ya Maslow lo establecía en el análisis sociológico que concluye en la pirámide que lleva su nombre.
Ante este escenario queda decir que las prioridades de los gerentes del Estado no están claras, mientras la gente sabe cuáles son, y cada vez más califican la corrupción como un mal menor dispuesto a aceptar, si se mejoran sus males mayores.
El autor es periodista y consultor en comunicación.