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Desde mi pluma

Casi en 2024

Ya pasaron tres años de la última contienda electoral en el país, unos comicios celebrados el 5 de julio de 2020 que estuvieron marcados por la pandemia, por el desgaste de una gestión de gobierno y por el deseo de cambio de todo un pueblo.

Y así de rápido estamos en política otra vez, pues, en República Dominicana “la campaña arranca desde el primer día”.

Aunque técnicamente no estamos en ese punto, se sienten los movimientos desde ya con la proliferación de vallas por todas las provincias, los anuncios publicitarios a través de medios de comunicación convencionales, digitales y redes sociales y, especialmente con las inscripciones de precandidaturas. A esto último me voy a referir. Tal parece que hay aspiraciones por doquier, lo que para muchos puede resultar poco conveniente. No obstante, es algo que valoro como un arma de doble filo.

Por un lado, resulta positivo, porque da muestras de que los ciudadanos quieren dar un paso al frente y jugar un rol más activo en la toma de decisiones de la nación, de que empiezan a ver los cargos electivos y la política como un ejercicio de participación en beneficio de la sociedad y no como el privilegio de unos pocos.

Resulta grato notar que muchos de estos precandidatos de diversas organizaciones partidistas son jóvenes, siendo esto una promesa del tan históricamente demandado “relevo”.

Esta tendencia de jóvenes y otros no tan jóvenes pero nuevos en sus postulaciones incentiva a la representación. Imaginemos que gracias a ella se postule a alguna regiduría, diputación o senaduría nuestro amigo del bachillerato, el papá o la mamá de nuestro mejor amigo o amiga, nuestro abogado o doctor, esa joven que hemos visto crecer haciendo servicio comunitario en el barrio.

Por otro lado, en un planteamiento prejuicioso, debo expresar que estas nuevas precandidaturas no necesariamente acaben con todo lo que adolecemos de las malas prácticas de proselitismo, falsas promesas, discursos vacíos y “enganches” por amiguismos.

Tampoco garantiza que sean motivadas por el deseo de servir y no por el deseo de poder, apoyados en los retrógrados pensamientos de que las posiciones electorales son la vía más fácil para alcanzar objetivos personales.

Sea como sea, se vislumbra que las opciones para los votantes aumentarán para 2024 y eso, estoy segura, siempre será bueno.

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