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El principio del fin

El 24 de junio de 1960 se hizo un intento de matar al entonces presidente de Venezuela, Rómulo Betancourt, quien se dirigía en su vehículo hacia el Paseo Los Ilustres en Caracas con motivo de la celebración del aniversario de la Batalla de Carabobo.

Un coche bomba, estacionado en la Avenida Los Próceres estalló al momento de pasar los automóviles de la escolta presidencial alcanzando al carro del mandatario.

El asesinato estuvo tan cercano a concretarse, que Betancourt quedó afectado para siempre de la vista del ojo derecho, sordo y las quemaduras estaban dispersas entre el rostro y ambas manos.

Al otro día del hecho deleznable, el 25 de junio de 1960, desde el Palacio de Miraflores, se denunció con pruebas fehacientes la responsabilidad absoluta de Rafael Leónidas Trujillo en el intento de asesinato.

Este atentado fue denunciado ante la Organización de los Estados Americanos (OEA) en Washington, D.C., entidad que realizó una convocatoria de urgencia por la trascendencia de los hechos, ya que las autoridades venezolanas exigían la ruptura de las relaciones diplomáticas y económicas de los países de América con el agonizante gobierno de Trujillo.

Durante la 6ta. Conferencia de Cancilleres de OEA, en Costa Rica, celebrada del 16 al 20 de agosto de 1960, se analizó la solicitud de condena contra el Gobierno de la República Dominicana.

El 20 de agosto de 1960, la OEA impuso sanciones diplomáticas y económicas contra República Dominicana por la probada participación del dictador Rafael L. Trujillo en el atentado contra Betancourt.

Producto de estas sanciones, se retiraron del país todos los embajadores jefes de misiones y se quedaron representando a sus diversas naciones, los cónsules.

Esta condena fue el principio del fin de la dictadura, ya que logró aislar el gobierno dominicano, con la ruptura de relaciones diplomáticas de todos los Estados miembros del organismo interamericano en represalia por el atentado.

Cuando aprobaron las sanciones el presidente títere era Héctor B. Trujillo Molina, y el vicepresidente el doctor Joaquín Balaguer, quien asumió la presidencia semanas después, tras la renuncia del primero.

Esta fue una estrategia del dictador Trujillo para solapar un poco el atroz hecho, y estar ausente nominalmente del poder formal, aunque desde atrás seguía moviendo los hilos de la férrea dictadura.

En enero de 1961, el Consejo de la OEA aprobó otra resolución recomendando que la suspensión del comercio con la República Dominicana fuera extendida a la exportación de petróleo y sus derivados, así como piezas de repuestos para camiones y vehículos.

La situación internacional era hostil a Trujillo. Estados Unidos suspendió la cuota azucarera para la venta preferencial en el mercado norteamericano, medida  tomada por el presidente Dwight D. Eisenhower y mantenida por su sucesor John F. Kennedy.

Este bloqueo económico que afectó las exportaciones de azúcar, fue un golpe mortal al régimen, pues era el pilar de la economía dominicana.

El fin llegó el 30 de mayo de 1961, cuando fue ajusticiado el dictador.