Los próceres inmortales de La Barranquita
“ Si crees en la libertad de expresión entonces crees en la libertad de expresión para puntos de vista que te disgustan. Por ejemplo, Goebbels estaba a favor de la libertad de expresión para los puntos de vista que compartía, igualmente Stalin. Si estás a favor de la libertad de expresión, eso significa que estás a favor de la libertad de expresión precisamente para los puntos de vista que no compartes, de otra forma, no estarías a favor de la libertad de expresión”.
Noam Chomsky, lingüista y filósofo estadounidense (1928)
La intervención norteamericana 1916
El derrumbe de la estabilidad política dominicana en abril y mayo de 1916 y los intentos del presidente Juan Isidro Jimenes de contrarrestar a los militares que se insubordinaron encabezados por el general Desiderio Arias provocaron la presión del ministro norteamericano Russell, para que el presidente Jimenes solicitara un desembarco de infantes de marina norteamericanos desde dos buques de guerra que llegaron raudos a Santo Domingo, a lo que el presidente dominicano sólo solicitó armas.
En contradicción con el presidente Jimenes, los infantes de marina desembarcaron un destacamento en la ciudad de Santo Domingo con la excusa de proteger a la legación de su país y de manera simultánea desembarcaron en San Pedro de Macorís, Sánchez y Puerto Plata. Estos hechos originaron la renuncia del presidente Jimenes, el 7 de mayo de 1916, dejando a Arias con el control de la capital.
El 13 de mayo de 1916 el comandante de la fuerza de Estados Unidos, contralmirante William Caperton, envió un ultimátum a los rebeldes amenazando con la ocupación de la ciudad y el desarme en caso de que no optaran por la rendición, originando que Arias evacuara a sus tropas y una fuerza norteamericana de 600 hombres ocupara pacíficamente la ciudad.
El 1 de junio una fuerza combinada de marinos en infantes comenzó a ocupar la parte norte del país, para apoyar a la autoridad constitucional contra los revolucionarios con el objetivo de tomar Santiago, fortín del partido de Arias. Las fuerzas invasoras bajo el mando del coronel Joseph Pendleton comenzaron una marcha hacia Santiago a partir de Montecristi y Puerto Plata.
En ambas rutas las fuerzas de U.S.A. encontraron un hostigamiento considerable y fuego de francotiradores dominicanos con armas obsoletas pero la superioridad en potencia de combate los hizo avanzar.
El principal bastión defensivo de los dominicanos estaba en la carretera de Montecristi a Guayacanes en el paraje la Barranquita donde un pequeño grupo de patriotas bajo el mando del general Carlos Daniel intentó heroica pero inútilmente detener el avance de los infantes norteamericanos.
El líder de la resistencia dominicana en el eje Puerto Plata-Santiago, fue el sargento Wenceslao Báez, quien fue mortalmente herido y transportado a Santiago donde la Junta de Defensa Nacional lo ascendió a brigadier general, antes de morir.
Hay que destacar segmentos bélicos de ese acontecimiento como el de San Pedro Macorís, donde el héroe nacional Gregorio Urbano Gilbert, junto a otros bravos dominicanos, enfrentó con un revólver .38 el desembarco.
La Barranquita
A fines de junio de 1916 desembarcaron en Montecristi y Puerto Plata, respectivamente, tropas norteamericanas que convergieron en dos columnas, la primera, por la vía carretera y la segunda utilizando el ferrocarril central dominicano, el principal medio de locomoción de que disponíamos entonces por cuya vía ocuparían a Santiago.
Las columnas interventoras de hombres armados con fusiles Springfield y ametralladoras Vickers Colt, ambos calibre 0.30, siendo los fusiles poderosos armamento fabricados antes de la Primera Guerra Mundial, bajo el mando del coronel Pendleton, fueron utilizados, siendo hostigados por los dominicanos constantemente durante su trayectoria a Santiago en el paso del Jaque, Las Trincheras, Botoncillo y Doña Antonina.
De este último punto partió el coronel Pendleton hacia la Barranquita donde, según informes, existía un grupo armado dominicano parapetado allí para hacer la resistencia. En efecto, nuestros patriotas, bajo el mando del general Carlos Daniel, con un estimado de 80 valientes mal armados había obstruido el camino a la subida del cerro, al margen del barranco, con troncos y otros objetos, que en principio logró su objetivo: detener la columna invasora.
Empero, el coronel Pendleton, por medio de un guía, logró dar un rodeo por Maizal y atacó nuestra avanzada que se encontraba apostada en la altura de la Colina, bajo el mando del capitán Máximo Grullón, al mando de 40 hombres, mientras el resto actuaba en la retaguardia como apoyo.
Al ser flanqueada nuestra fuerza avanzada, ya expuesta al ataque invasor, estos hicieron uso de sus modernas ametralladoras y fusiles de repetición originándoles a nuestros patriotas una mortandad terrible de la cual pocos pudieron escapar con vida o dejar de resultar heridos.
El quijotesco esfuerzo del 3 de julio de 1916, de los hombres que comandaba el general Daniel y que tuvo como epílogo el sacrificio de Máximo y Agustín Cabral, Pancho Peña y otros héroes y mártires, cuyos nombres ha recogido la historia, así como esa heroica aunque inútil hazaña, cuya acción inspiró al bardo maeño, Juan de Jesús Reyes, en su épico poema: “Oda a la Barranquita”, es testimonio viviente del coraje y valentía del hombre de Mao que en esta ocasión demostró, como en otras, su entrañable amor a la patria.