SIN PAñOS TIBIOS

La rueda que gira sigue girando

En 1764, “sentado meditabundo en medio de las ruinas del Capitolio…” Edward Gibbon reflexionaba en torno a la caída de Roma, o más bien, la caída de un imperio, una época, un tiempo. 

Toda edad muere para dar nacimiento a otra; Roma cayó en el 476 para dar inicio a la Edad Media de la misma forma que Constantinopla cayó en 1453 para dar inicio a la Edad Moderna.

Todo parto es traumático, y así, el nacimiento de una era, precedido de la muerte de otra, es un evento casi siempre cruento y doloroso. 

Las bisagras existen, los cambios son rupturistas, generan resistencias y sólo se ven como inmediatos cuando décadas después un fabulador -llamado historiador- viene a contarnos un relato desde los hechos que han podido verificarse, sí, pero también desde sus sesgos, intereses, concepciones y visiones.

Gibbon escribió su historia sobre la caída de Roma y publicó su primera parte en febrero de 1776, apenas cinco meses antes de que las Trece Colonias iniciaran la protesta que las hizo transitar el camino hacia la independencia; la segunda parte en 1788, un año antes de la Revolución Francesa, el evento que dio al traste con el orden estamental que era su mundo. Sin saberlo, escribiendo sobre el pasado prologaba su presente inmediato.

Quizás estamos viviendo en una bisagra temporal; asistimos sin darnos cuenta al nacimiento de otra era que definirá los valores y criterios existenciales de los próximos siglos. 

No olvidemos que, después de todo, la democracia plena es un invento reciente sometido a diarias pruebas; solo así podríamos tratar de entender que, a pesar de vivir en la época de mayor desarrollo tecnológico y con los más altos niveles de comunicación jamás soñados, la ciudadanía sea menos empática y cultivada, más indiferente frente a la defensa de sus derechos y menos crítica frente a las actuaciones de quienes la gobiernan.

Hemos escuchado ese discurso progresista en cada época, quizás desde que bajamos de los árboles, pero la reversa en materia de derechos que estamos viendo está siendo hecha sin tirar un tiro ni tumbar un gobierno, sino a golpe de votos y de aplausos.

¿Dónde perdimos el rumbo?, ¿Dónde nos resultó más importante sacrificar todo lo logrado por un poco de seguridad, un poco de comida, un poco de salud, un poco de certeza? Desde Argentina hasta Canadá todo está patas arribas y de aquel lado del “charco” también. Miremos eso con preocupación para poder valorar la estabilidad que aquí tenemos, no sólo para protegerla, también para reforzarla. No olvidemos que aquí hay demasiados pendientes sociales históricos como para que sean ignorados, y aún estamos a tiempo… todavía.