PUNTO DE MIRA
Mentir como estilo de gobierno
El desmentido del gobierno a lo publicado por el Listín Diario no cambia la realidad del desplome en los servicios sociales, la inseguridad ciudadana, el alto costo de la vida, la falta de empleo, ni tampoco cambiará la deficiente educación pública.
Esa línea del gobierno de desmentir con palabras la realidad de los hechos es una gestión inútil porque es el pueblo el usuario de los servicios como el Metro, el 911, el sistema de tránsito o los hospitales.
Todo es palabrería que se deshace porque no estamos en la Alemania de Goebbels para convertir la mentira en verdad mediante la repetición publicitaria. Los que desmintieron a la prensa no usan los servicios públicos y el pueblo lo sabe.
Ante cada crisis una nueva promesa de solución brota del gobierno como flor efímera: un muro fronterizo que iba a ser entregado hace un año; múltiples triquiñuelas publicitarias para bajar la canasta familiar en barrios y supermercados; la compra de ambulancias para emergencias médicas; anunciar la supuesta compra de medicinas por miles de millones de pesos confirman la falta de atención a pacientes con enfermedades catastróficas.
Para cada brote de la crisis permanente en que vive el país, el gobierno lanza una bengala para desviar la atención de la realidad. La denuncia que los barrios están en manos de la delincuencia movió el presidente de la República al anuncio que cada lunes reunirá el mando policial para analizar estadísticas de los delitos, pero ya se verá que es propaganda porque eso no resuelve la delincuencia en los barrios que padece el pueblo.
La pequeña crisis diplomática surgida por el anuncio de Canadá hizo al gobierno correr despavorido a desmentir que no habrá una oficina de ayuda a Haití en el territorio dominicano pero la verdad es que será parte de la embajada canadiense. El gobierno tiene como política engañar al pueblo.
Los desmentidos de esta semana no borran la situación de los pobres que tratan de sobrevivir al alto costo de la vida mientras sufren largos apagones en barrios secuestrados por delincuentes, donde escasea el agua y se dificulta llevar los enfermos a los hospitales y los niños sin libros van a escuelas sin pupitres ni maestros.