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VIVENCIAS

La herencia del bien vs la herencia del mal

Después que a una persona le haya llegado el tiempo de dejar este mundo solo importará y tendrá valor, la herencia de la semilla del bien que haya sembrado en otros y que deberá germinar.

La palabra de Dios, “viva y eficaz, más penetrante que espada de doble filo” (Hebreos 4,12), nos invita a cuidarnos de aquellos que con manipulación y engaño, pretenden explotar las emociones y la fiebre de seguridad ciudadana que incita a las masas.

No se puede caer en la trampa de aquellos que quieren engañar con discursos, considerándose los únicos que pueden resolver los problemas con frases ensayadas que pretenden borrar la ignominia del pasado. Es de recordar que el “árbol se conoce por sus frutos, y no hay árbol malo que dé frutos buenos” (Lucas 6, 43-44). En buen dominicano, aguacate no pare mamey.

En el interior de personas así, no hay espacio para la sinceridad y entrega, aun cuando confiesen haber nacido después de acontecimientos que cercenaron una época de oscurantismo, y que se quiere justificar con la retorcida retórica de luces y sombras.

Es de recordar, que una genética impropia hace estragos en la determinación de los pueblos de lograr su desarrollo. Digamos, que lo que se hereda no es la culpa, sino la pena, que viene de la naturaleza herida por el pecado, naturaleza que heredada de los antecesores puede ser de largo alcance, de ahí las oraciones de sanación intergeneracional.

En fin, como medida “profiláctica” debemos protegernos con toda la armadura que Dios nos ha dado, para que podamos estar firmes contra los engaños (Efesios 6, 10-12).

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