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Desarrollo de software “sin código”

Las plataformas de desarrollo low-code (LC) representan una revolución en la producción de software. Al permitir a los usuarios con mínimo conocimiento de codificación crear sus propias aplicaciones, estas herramientas están desafiando barreras técnicas y ofreciendo soluciones a la escasez de recursos para el desarrollo de sistemas en empresas.

Las interfaces visuales de low-code permiten a los usuarios diseñar y configurar sus propios sistemas de manera intuitiva. Esto promueve una mayor autonomía y agilidad en la creación de soluciones a medida. Sin embargo, en ciertos casos, se podría requerir intervención del equipo de TI.

Según Mendix, el 33% de los encuestados en su informe “Estado del Low-Code 2021” indicó que su organización está utilizando LC para modelado y visualización de datos. Estas aplicaciones también interactúan con software de productividad de oficina, análisis, desarrollo de sitios web y móviles y la automatización del marketing.

Gartner estimó que los ingresos del mercado global de plataformas low-code ascendieron a casi $22.5 mil millones en 2022, y podrían alcanzar aproximadamente $32 mil millones en 2024. Además, las organizaciones reportan que el uso de low-code incrementa sus ingresos y facilita la transición de sistemas heredados.

En un futuro cada vez más digital, las plataformas low-code se perfilan como potentes aliadas para la democratización del desarrollo de software, habilitando a personas de todas las disciplinas para transformar sus ideas en aplicaciones funcionales.

En la República Dominicana, sin embargo, surgen desafíos: la visión de que sólo el software “con su fuente” está exento de gravamen fiscal, genera una exclusión para el tejido económico más grande del sector empresarial. Consideramos que se deben homologar los gravámenes del software en el país, debido a que son una parte esencial del desarrollo tecnológico a nivel nacional.

Con las nuevas tendencias, se evidencia que el concepto de territorialidad en términos de tecnologías como la inteligencia artificial –y otras que operan en la nube, puede ser inaccesible para quienes más necesitan crecer. Es crucial cambiar el paradigma de las exenciones, pasen del hardware al software, pues la economía de la tecnología es descentralizada. Los usuarios ya no utilizan código, sino interfaces visuales. La interpretación tributaria debe actualizarse para reflejar el dinamismo de este siglo.

Promover las herramientas low-code a nivel local podría desencadenar una ola de innovación y colaboración, liberando el potencial creativo de todos los miembros de una empresa. Dichas tecnologías no solo están cambiando cómo creamos tecnología, sino también aumentando el valor de las nuevas empresas en el país.

En este contexto, surge una pregunta: ¿perseveraremos la tradición de complicar el camino de los innovadores locales? Es tiempo de aligerar la carga, empoderando estas herramientas como motor de innovación y democratización en el desarrollo de software.

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