Miriam
Conocimos a Miriam Germán en 1983, a propósito de la evaluación de nuestra tesis en la Fa-) cultad de Ciencia Jurídicas y políticas de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD).
Pasaron muchos años hasta que nos reencontramos en 1997, a raíz de mi traslado a la ciudad de Santo Domingo como juez de la Primera Instancia.
Anudamos entonces una relación fraterna que no ha decrecido.
Sustentada en varias afinidades: provincianos, comunidad de lecturas, y sobre todo, mi admiración por el ser humano encarnado en una mujer.
No han podido devaluarla las obscuras maquinaciones de sujetos que infectan la tierra, al decir del Machado de Los Campos de Castilla.
Hay en ella demasiada luz.
¿Qué más podemos decir?
Bastemos expresarle nuestra solidaridad incondicional, ahora y siempre.