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EL BULEVAR DE LA VIDA

La desigualdad, estúpidos, es la desigualdad

Una vez más, y como siempre, la santa poesía orienta más y con mayor acierto que las mismísimas ciencias sociales. Así, un verso de León Felipe explica mejor que Weber, y con claridad insuperable, todo lo que queda por hacer en el país, conocido ya el Boletín de Estadísticas Oficiales de Pobreza 2022 del Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo (MEPYD) y sus nuevas metodologías de recopilación de datos.

Dice León Felipe: “Voy con las riendas tensas y refrenando el vuelo/ porque no es lo que importa llegar solo ni pronto/ sino llegar con todos y a tiempo”, y para seguir en poesía, preguntemos con don Pedro Mir: “¿y entonces, cómo es posible, de dónde ha salido esta canción?” Joder. “¡Quién pudiera decirlo de tus bronces, portaviones Intrépido!”

Ahora resulta que a pesar de mejorar en casi todos los renglones, gracias a este Boletín nos enteramos de que en nuestro país cuatrocientas mil almas malviven en la pobreza extrema, que dos millones novecientos cuarenta y dos mil dominicanos (el 27.7%) viven en la pobreza. Claro que hemos mejorado… ¡y una M que no es de martes!

Cómo explicar. Quién va a creernos cuando le digamos que en el país que desde hace 30 años lidera la región en crecimiento económico, recepción de inversiones, estabilidad política y macroeconómica (y últimamente también en turismo), uno de cada tres ciudadanos vive en el horror de la pobreza monetaria, de lo que podemos inferir que por lo menos dos de cada tres dominicanos son pobres por dinero, el amor o la salud mental, pero pobres. Entre los nuestros, demasiada gente “solo como carne en las estadísticas”, según denuncia la sabiduría popular. Como sabemos también, por los griegos y porque a ellos los plagió dos mil años después el maestro Sabina, “que hay gente tan pobre, que solo tiene dinero”.

Entonces, el desafío está ahí, y el Ministerio de Economía acaba de recordárnoslo a todos, pero especialmente a los príncipes del capital y la política, a la Embajada y sus voceros oficiales y también los oficiosos, a los lavadores y a los lavanderos, y hasta a los distinguidos narcotraficantes convertidos por la desigualdad social y la pobreza en los Robin Hood de nuestros barrios carenciados.

Una vez más, tiene razón la poesía: “No es lo que importa llegar solo ni pronto, sino llegar con todos a tiempo”.