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vivencias

La fuerza de la verdad

He repasado una y otra vez un artículo del teólogo Pedro Blanco Sarto, sobre el pensamiento de Joseph Razinger relativo a la ética, la libertad y la verdad. No es para menos, si vemos a Razinger como el gran eclesiólogo y pastor que fue, aspecto nada fortuito ya que como Benedicto XVI habría que considerarlo como el “Papa del pensamiento, de la palabra y de la verdad, en todo cuanto concierne al mundo, el hombre y Dios, además, con especial énfasis en la centralidad de Cristo, y el evangelio como espejo moral y la Iglesia”.

Nada extraño, ya que Razinger siempre criticó a aquellos que alardean habitualmente de ser “fieles defensores de la verdad” y no retroceden ni siquiera ante la mentira, tal cual, de aquellos que no respetan la verdad, y por tanto no pueden hacer el bien, porque “donde no se respeta la verdad, no pueden crecer la libertad, la justicia y el amor”.

En realidad, se trata de descubrir la relación entre verdad y libertad, esta última íntimamente vinculada con la verdad porque se fundamenta en la propia conciencia, “conciencia que es el reducto irreductible donde la propia libertad halla por sí misma, esa liberadora verdad”; por eso, la “verdad está presente en la conciencia, y esta mutua solidaridad garantiza que no se corrompa la propia libertad, por tanto, la verdad da seguridad y libertad”.

En fin, una libertad que hay que asociarla a la medida de la realidad, que es la verdad, ya que la “libertad de destruirse a sí mismo o destruir a otro no es libertad, sino parodia demoníaca”.