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El legado de Espaillat

Ulises Francisco Espaillat es uno de los hombres de nuestra historia mejor valorados, como modelo de moralidad y ética pública,

Pero a veces cuando se ejercen funciones públicas quienes las ocupan realizan acciones que por su mismo cargo les corresponden. Esto le sucedió a Espaillat.

Cuando el 7 de julio de 1857 estalló en Santiago el levantamiento instigado por los tabaqueros del Cibao contra las medidas financieras adoptadas por el gobierno de Buenaventura Báez, Espaillat fue uno de sus promotores y el de la iniciativa de que se formara un Gobierno Provisional.

Se realizó un manifiesto, se conformó un gobierno presidido José Desiderio Valverde, Benigno Filomeno Rojas como vicepresidente y Espaillat como Ministro de Interior y Policía, y hasta se promulgó la Constitución de Moca, el 21 de febrero de 1858.

Ante la contundencia de los acontecimientos, Báez renuncia el 12 de junio de 1858 y se fue al exilio.

Como parte de sus funciones, el 24 de julio de 1858, le correspondió a Espaillat firmar con el presidente Valverde, un decreto ordenando la incautación de los bienes de Báez, por mal habidos. Una medida sin precedentes en el país. Lo que no se imaginaban era la posibilidad del retorno de Báez al poder, quien cuando volvió desterró a Espaillat del país.

Otro acontecimiento producto de sus funciones y alianza con Santana, fue cuando en 1861 firmó el Acta de Anexión a España, para dos años después retractarse y oponerse a la misma.

Ese hombre honesto tuvo esta afrenta que le atormentó toda su vida, la cual trató de subsanar siendo uno de los líderes de la restauración. Incluso, llegó a ser Ministro de Relaciones Exteriores y Vicepresidente del Gobierno restaurador en armas, instaurado el 14 de septiembre de 1863.

El 29 de abril de 1876, tras unas elecciones nacionales, asumió como Presidente de la República, auspiciando ante la cámara legislativa, que su período presidencial fuera reducido de 4 a 2 años. Pero apenas duró 5 meses y 5 días, cuando fue derrocado por Ignacio María González.

Hace unos meses se cumplieron 200 años del nacimiento de Espaillat y se recuerda cómo en su gestión gubernamental, dejó instaurado un sistema transparente de rendición de cuentas en las entidades del Estado, la formación de docentes para la escuela dominicana y la creación del sistema mutualista de ahorros.

El historiador Julio Genaro Campillo Pérez expresó sobre Espaillat, que este “prefirió sucumbir antes que ser pragmático. Fracasó en el mando por no abandonar las virtudes. Fue derribado por mirar hacia las alturas y no hacia abajo, rehusando complacer las exigencias de caciques y politiqueros dominados por la ambición y por la lujuria, por la bebida y por el juego, y más que nada por el enriquecimiento ilícito”.

Murió el 25 de abril de 1878, tras una aguerrida y accidentada vida política. Su legado es imperecedero, ya que propició transparencia, honestidad y ética en las funciones públicas, erigiéndose como un ejemplo perenne para las futuras generaciones.