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Habilidades blandas y empleabilidad
El término habilidades se refieren a destrezas y aptitudes, tanto congénitas como adquiridas que permiten desarrollar actividades de forma adecuada y con facilidad; son nuestras mejores aliadas en tiempos de crisis. Por otra parte, la empleabilidad también implica competencias y talentos que permiten a una persona manifestar las condiciones para desempeñarse convenientemente en un trabajo. Las competencias y las habilidades de un individuo juegan un rol fundamental en relación con la empleabilidad.
Me detendré en las habilidades blandas, que consisten, básicamente, en la capacidad de comunicar, de escuchar, de regular las emocional, de empatía, de trabajar en equipo y de manejar los conflictos. Para lograr estas habilidades hay que “domar” la mente y las emociones. Cuando la mente divaga no puede hacer mucho. La base de las habilidades blandas es la inteligencia emocional desde el control de la mente y de las emociones.
Sostiene el escritor peruano, David Fischman que “las habilidades blandas han despertado el interés de académicos, investigadores y empleadores, debido al impacto que genera en el desarrollo individual, socioeconómico e industrial en las sociedades modernas”.
Los salesianos en los últimos tres años hemos realizado cinco estudios de campo, en igual número de provincias (Barahona, Mao, La Vega, Santiago, la Provincia Espaillat), a través de la Fundación Don Bosco, con la participación de empresas acreditadas en el país, para tales fines. El tema ha sido “Diagnóstico de las demandas y necesidades profesionales para el desarrollo local”.
Los resultados de los estudios en relación con las habilidades blandas han sido realmente reveladores. Los empresarios piden que los centros de formación incluyan en sus programas formativos, además de las habilidades duras, las habilidades blandas para facilitar los siguientes aspectos: la comunicación, la escucha activa, la proactividad, la puntualidad, la creatividad, la flexibilidad, el trabajo en equipo, el orden, la integridad personal, el liderazgo, la resolución de conflictos, la capacidad de análisis, el manejo del estrés, el compromiso, la adaptabilidad a nuevos métodos de trabajo y las relaciones interpersonales.
Los estudios muestran en los estudiantes, también, serias deficiencias con relación a: la lecto-escritura, el análisis e interpretación de textos y las matemáticas. Asimismo, se requiere de mayor entrenamiento de la capacidad crítica, de análisis que empodere a la persona a tomar decisiones responsables. Es decir, el déficit no solo se circunscribe a las habilidades blandas, también las duras presentan dificultades.
Estos resultados constituyen retos para: los estudiantes, las familias, el sistema educativo dominicano, los salesianos, las iglesias y toda institución dedicada a la educación. Hay que cultivar más los hábitos de estudios, renovar el compromiso con la educación, fomentar el servicio, la fraternidad, la solidaridad, la empatía, la amabilidad, la inserción, motivar el interés por el conocimiento y por las buenas maneras. En otras palabras, construir el buen ciudadano.
La ausencia de estas destrezas, ineludiblemente, conduce a los empresarios a desvincular a jóvenes con serias carencias en estos aspectos. Definitivamente, desarrollando las habilidades blandas llegaremos a ser más felices y a promover la inserción laboral, que es un reto de todos.