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Abinader y la reelección

La reelección presidencial forma parte de las democracias modernas, se convierte en una antítesis del juego democrático cuando es indefinida y permite el asomo del autoritarismo. En la República Dominicana, durante los últimos 57 años de vida democrática, se han celebrado de manera ininterrumpida elecciones nacionales, presidenciales, congresuales y municipales, siendo un denominador común la reelección presidencial, exceptuando los presidentes Antonio Guzmán y Salvador Jorge Blanco, pertenecientes al Partido Revolucionario Dominicano (PRD), que tenía entre sus postulados la no reelección.

La Constitución dominicana del año 2015 establece que ninguna persona puede ser elegida para el cargo de presidente más de dos veces, lo que contribuye a la consolidación de la democracia electoral, alternabilidad del poder, surgimiento de nuevos líderes y aleja el asomo del autoritarismo, que ha sido fuente innegable de gobiernos despóticos y corruptos.

La reelección presidencial ha sido objeto de numerosos debates, desde la fundación de la República Dominicana, la Constitución del 6 noviembre de 1844, en el artículo 98 establece: “Ninguno puede ser reelecto presidente de la República, sino después de un intervalo de cuatro años”. A partir de entonces, la reelección es parte del juego del poder, estigmatizada por líderes opositores, los cuales, al llegar al poder, la reivindican con el discurso de que cuatro años son insuficientes para completar una buena obra de gobierno, otros por creerse líderes mesiánicos. Por esas razones, la reelección indefinida promovida en 1872 por el presidente Buenaventura Báez, ha sido el modelo imperante durante 90 años de vida democrática, en diferentes etapas de los 179 años de vida republicana.

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