Opinión

enfoque

Sacrificio diplomático

Los diplomáticos transcienden las ceremonias y actividades de gala.EXTERNA

nelson j. medinaSanto Domingo, RD

La idea de que la diplomacia únicamente es un trabajo de glamur y banalidades ha sido erróneamente concebida. Tal vez, por la distorsión en la función y la carrera diplomática que permitió la pasada gestión; sin embargo, si bien es cierto que existe una forma deslumbrante del ejercicio diplomático, que en ocasiones pudiera parecer frívolo, no menos cierto es que igual se producen una amalgama de tareas que son altamente relevantes y sustanciosas.

Los diplomáticos transcienden las ceremonias y actividades de gala. Estos son simplemente uno de los métodos por excelencia por el cual se canaliza el fin. De esa forma, se gestiona el intercambio de votos para candidaturas ante organismos internacionales (ONU, OEA, CDHONU, FMI, FAO etc), se firman acuerdos en materia de cooperación, se formaliza el establecimiento de relaciones diplomáticas con otros países con que se comparta visión geoestratégica e intereses, se diligencian un sinnúmero de asuntos administrativos, se trazan lineamientos convenientes para la política exterior en base a profundos análisis, etc.

Todo eso concede una exposición más amplia del objetivo país que se tiene. Asimismo, origina un liderazgo que posibilite mayor influencia en una determinada región.

En ese sentido, la práctica diplomática exige una actualización permanente. Que pueda valer como marco de referencia para la exploración de nuevos instrumentos de colaboración y resolución de conflictos. Y estos, por supuesto, tengan como meta desarrollar una agenda que impacte eficientemente en materia social, política, económica y medioambiental a los países suscribientes.

Actualmente, ejercer la diplomacia como carrera profesional es un verdadero reto. Los diplomáticos deben estar preparados competentemente a la altura del contexto mundial. Y eso supone, una formación tenaz en diversos temas.

Igualmente, los diplomáticos deben tener una capacidad de resiliencia incomparable. En virtud de que, en circunstancias, los envían a cumplir sus misiones en lugares culturalmente diferente a su procedencia. Y por supuesto, otro de los desafíos que enfrentan los diplomáticos en su mayoría, es la sensibilidad emocional que surge debido a la lejanía de sus seres queridos. También la inestabilidad geográfica con la que ha de estar destinado a extender su vida profesional.

Por consiguiente, son innumerables los obstáculos que transitan los diplomáticos en su quehacer cotidiano. Y la superación de tales, solamente puede suscitarse debido a la pasión, la buena voluntad y el compromiso intrínseco de servir desinteresadamente a su patria. No obstante, lo que jamás deberá perderse es el norte de que los diplomáticos están asignados para mostrar lo mejor del país. Y, por tanto, cosechar frutos que eventualmente le aporte bienestar y progreso.

En definitiva, hoy en día ser diplomático joven y designado en el exterior es una labor compleja. Se requiere de mucha templanza y sosiego. En principio, por lo delicado que es sostener una vida íntegra en favor de los loables intereses que se representan, en medio de un andamiaje de desconcentraciones y tentaciones que procuran desviar la atención para dificultar el decoroso desempeño de sus funciones.

Respecto a lo anteriormente expuesto, merece la pena recordar las palabras que me aconsejó el embajador del Reino de España en la República de Eslovaquia, S.E. Luis Belzuz, en una frutífera conversación que sostuvimos: “Es de sabios no olvidarse nunca que la dignidad que usted representará siempre será más sublime que la propia”.

Finalmente, he observado a pesar de mi corta experiencia, que las catas exquisitas, cenas y recepciones son sencillamente un consuelo fútil y fugaz del verdadero sacrificio que acompaña a un diplomático.

Será siempre la pericia diplomática objeto de constante estudio.