PEREGRINANDO A CAMPO TRAVIESA

Los jesuitas en tiempos de Pío IX (1846 – 1878)

Giovanni Mastai Ferretti durante dos años acarició ser jesuita, pero su director espiritual y amigo, el P. Vincenzo Pavani, S.J. lo disuadió. Con 31 años mostró dotes diplomáticas cuando acompañó al Delegado Apostólico Giovanni Muzi en su visita a Chile y Perú (1823 – 1825) recién nacidas a la independencia. En 1832, Mastai Ferreti ya era obispo de Ímola, pastor entregado de “atrayente simpatía espiritual” Electo papa (1846) en un cónclave de 48 horas, rechazaba el anticlericalismo de los liberales y el fervor de los “papalini”. Contrario a las intransigencias de Gregorio XVI. Al decretar una amnistía general en sus territorios, confirmó su fama de liberal.

Su negativa a sumarse a la lucha contra los austríacos, le ganó la enemistad de los patriotas italianos. Le calificaron de traidor. En las revueltas del 1848 vio a su funcionario Pellegrino Rossi caer asesinado bajo el puñal liberal. En noviembre de 1848 el papa huyó de Roma a Gaeta. El 9 de febrero de 1849 se proclamó la República. El papa volvería a reinar en Roma (1850) bajo los destellos de las bayonetas de Napoleón III.

A Pío IX (1846 – 1878) le tocó presenciar la expulsión de los jesuitas de muchos países. El General jesuita Roothaan, serio y frío contrastaba con la simpatía y espontaneidad de Pío IX. Su relación no fue cálida, a pesar de los detalles de Roothaan († 1853) quien desde Marsella le envío fondos al papa exiliado. Su sucesor, Peter Beckx (1853 – 1887) era amigo del papa, pero luego de 1870, el General jesuita se estableció en Fiésole. Viajaba a Roma anualmente.

Con Pío IX inició en la Iglesia la mayor centralización de toda su historia. Su postura ante “el progreso y la civilización moderna” expresada en 1864 fue la condena. En su nombre, la Iglesia había sufrido violencia.

Al perder Roma (1870) se autodenominó “prisionero del Vaticano”, no de los jesuitas, como decían sus enemigos. Beatificó y canonizó a un grupo de jesuitas. Confió en la Compañía consultando sus teólogos. Beckx logró que no nombrase cardenal a Perrone, S.J., pero luego Pío IX nombró a dos jesuitas cardenales. Diecisiete jesuitas fueron nombrados obispos durante su pontificado. Ocho jesuitas eran miembros de las comisiones preparatorias al Vaticano I. En el concilio “participaron con voto siete jesuitas obispos y el P. General.”

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