EL BULEVAR DE LA VIDA
Donde no importa la verdad, no sirve la democracia
Los dominicanos tenemos que prepararnos para lo que desde las redes sociales se nos echará encima en la campaña electoral que ilegalmente comenzó, porque la Ley no tiene garras para impedirlo y si las tuviese, las garras le faltarían a la JCE.
Lo de la desinformación (fakenews) en la era de la posverdad es más serio de lo que imaginamos, y si alguien lo pone en duda le tengo malas noticias: un estudio del Instituto Tecnológico de Massachusetts ha confirmado que las noticias falsas se difunden seis veces más rápido que las reales, llegan más lejos, más profundamente, con más velocidad y a más personas que las noticias reales, y más que los desmentidos, lo que hace realidad la frase que citaba siempre el siniestro Dr. Goebbels: “miente, miente que algo queda”. Pero, “hacia dónde va el buey si no ara”, ¿hacia dónde marcha entonces una democracia donde la verdad no es importante? Democracia es confianza.
Hoy es políticamente rentable difamar en las redes a nuestros adversarios, pues ha quedado demostrado que su desmentido –por más evidencias que presente para negarlo– llegará a menos de una sexta parte de los que leyeron la difamación. Visto esto, digamos que nos espera el demonio. Que sin llegar a Benedetti, pronto estaremos difamados y jodidos, más lo segundo que lo primero... y también viceversa.
Todo esto es preocupante, porque daña la confianza del ciudadano hacia la democracia. Gracias a este estudio sabemos que las campañas sucias en las redes sociales son más atractivas y más consumidas y comentadas que los desmentidos. ¡Ve qué vaina! Pero, el asunto es más grave, es muchísimo más grave, pues también dice el estudio, que cuando una campaña sucia va dirigida a dañar a nuestro adversario, los ciudadanos estamos dispuestos a creer las mentiras en su contra, aunque las evidencias demuestren lo contrario.
En el mundo actual, lo que no se comenta en las redes a veces parecería que no ha ocurrido.
Pero al mismo tiempo, en las redes podemos encontrar incluso lo que nunca ocurrió.
Si bien todavía en las redes sociales no se ganan las elecciones, lo innegable es que en ellas sí se pueden perder.
Es una triste realidad que debemos advertir: Cuando en la democracia y sus luchas ya no importa la verdad, tarde o temprano dejará de importar la democracia.