Opinión

A mis amigos bohemios

El alimento esencial de la bohemia es el bolero. Muchos señalan a Europa como la cuna de su origen, influenciada por manifestaciones musicales de estilo gitano. Su nombre puede venir de la expresión “Volero”, de “volar”, que en las danzas gitanas semejan el vuelo de las aves. Naturalmente que para volar escuchando el bolero en una bohemia contamos con el néctar, no solo de la recaudación fiscal, sino de la desinhibición sentimental que nos motiva el “ron” que se disfruta, siempre cuando las transaminasas hepáticas lo permiten. Esto, naturalmente, bajo las costumbres dominicanas. La bohemia, es el modo de vivir de ciertos sectores socio cultural de artistas e intelectuales, con una escala de valores diferentes al sedentarismo y la burguesía. La bohemia te separa de lo superfluo y sus manifestaciones se apoyan en las ideas, el conocimiento y la creatividad artística. Acompañados por el ron, mis amigos bohemios buscan ayuda para atreverse a cantar y declamar, y así sentirse artistas consolidados. Desde esta tribuna bohemia, quiero recordar al insigne poeta dominicano Héctor J. Díaz, cuando exclamó: “tanto calor que hace en esta sepultura y yo que en mi existencia derroché tanto hielo, solo seré en la tierra el recuerdo de un hombre que quiso en su existencia, acabar con el ron”. Todos los bohemios nos sentimos apenados por la ida a destiempo de Federico Marcos Didiez (Marquitos), porque con su virtuosa compañía al piano, logramos sentirnos bohemios.

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