Lidiar con la deuda

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Margarita CedeñoSanto Domingo

Lo dicen a gritos los expertos: vivimos en un mundo endeudado. Al igual como sucede en un hogar, no está mal endeudarse, el problema es no tener como pagarlo o asumir deuda para enfrentar gastos corrientes.

Cuando observamos las grandes economías del mundo, parecería ser que el tema no tiene por qué generar grandes preocupaciones, porque los países grandes se endeudan mucho. Japón debe el 255% de su PIB, Estados Unidos debe el 126% de su PIB, Francia el 112%, Reino Unido el 102%, según Datos Macro del periódico Expansión. Sin embargo, la productividad de estas economías es muy distinta a la de países como el nuestro, que aún enfrentamos retos propios de nuestro desarrollo. Es cierto que la deuda ha aumentado en todo el mundo. En América Latina, la deuda total ha crecido hasta alcanzar unos US$5,8 billones o el 117% del producto interno bruto (PIB) de la región y hasta el 140% de sus 5 economías más grandes (México, Brasil, Argentina, Colombia y Chile). La deuda permitió a muchos países enfrentar las difíciles circunstancias económicas que generó la pandemia del COVID-19. De hecho, sin esa capacidad de asumir deuda, la República Dominicana habría estado en serios problemas al no poder aliviar los efectos económicos del COVID-19 que obligó a los ciudadanos a suspender sus actividades económicas.

De manera titánica, en medio de una campaña electoral, logramos la implementación responsable y apolítica del subsidio “Quédate en casa”, como parte de Progresando con Solidaridad, transformado en el muy cuestionado Programa Supérate.

Sin embargo, superadas esas necesidades urgentes, nos enfrentamos al reto de evitar los efectos perjudiciales de asumir deuda pública, especialmente cuando no se realiza en base a criterios adecuados. Aunque ya los efectos inmediatos de la pandemia han desaparecido, seguimos enfrentando tiempos difíciles. A las secuelas del COVID-19 se han sumado la invasión de Rusia a Ucrania, la inflación, el aumento de las tasas de interés, las realidades socioeconómicas internas y muchos otros factores que obligan a un manejo pulcro y cuidadoso de las finanzas públicas.

El Banco Interamericano de Desarrollo (BID), en una publicación reciente de la cual acuñamos el título de esta entrega, advierte sobre la importancia de la sostenibilidad de la deuda como un pilar fundamental de las finanzas públicas. Aunque no hay consenso sobre la definición del concepto de sostenibilidad en esta área, tampoco hay dudas de que se refiere al necesario equilibrio en torno al tema, para hacer frente a las necesidades presentes sin comprometer la calidad de vida de las futuras generaciones. las futuras generaciones. Es decir, tomar decisiones responsables que garanticen el bienestar de la ciudadanía, la salud de la economía y el incremento de la productividad.

Ahora bien, ante el deterioro fiscal de América Latina y, particularmente, los retos fiscales de la República Dominicana, vale la pena preguntarse hasta cuándo podremos mantener una política de endeudamiento para soluciones a corto plazo, sin enfrentar los retos estructurales de las finanzas públicas del país. Con un panorama incierto en la economía mundial, ante advertencias de una posible “década perdida” desde el punto de vista del desarrollo económico y social, es una obligación de las autoridades actuales, junto al liderazgo nacional, enfrentar el tema con la mayor seriedad, transparencia y visión de desarrollo sostenible, por el progreso, el crecimiento y el bienestar de nuestra generación. No esperemos a caer en un abismo.

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