También resucité
Heme aquí, junto a ustedes, resucitado también de una enfermedad, de unos quebrantos, de visitas y terapias médicas. La resurrección es siempre un signo de que no nos quedamos en el Viernes Santo, en el dolor y el sufrimiento. Estos días de resurrección nos indican que la humanidad nació para triunfar. Es cierto que se pasa por enfermedades, dolores y dificultades, pero estamos llamados a resucitar, a levantarnos y seguir adelante.
Hemos de mantener esa esperanza. También yo repetí las enfermedades en mi vida, pero también resucité. Y por eso puedo celebrar con Cristo Jesús y todos ustedes la resurrección, los triunfos, las victorias y los éxitos. Clamemos y digamos: ¡la resurrección supera todos los males del mundo!
Hasta mañana, si Dios, usted y yo lo queremos.